miércoles, 7 de marzo de 2012

Los Mossos no se enteran

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Los Mossos d'Esquadra no se enteran de qué va su profesión. Al menos algunos. Ya obvio su propensión hacia los golpes indiscriminados, los casos de tortura, las agresiones, los excesos en sus funciones y las constantes noticias negativas que salpican periódicamente los medios de comunicación. No sé si se les presta más atención que a otros cuerpos de seguridad, pero su imagen y su prestigio están bastante dañados.

Antaño fueron para los catalanes de la ceba algo menos que libertadores, que venían a sustituir a esos cuerpos extranjeros, fuerzas de opresión y colonizadores ajenos, como eran los Nacionales o la Guardia Civil. Ahora, algunos añoramos los tiempos pasados, llevando al extremo el refrán de "más vale malo conocido que bueno por conocer". Que los Mossos necesitan una limpieza de personal en sus filas es algo que cada vez más gente reconoce. Y su corporativismo en la defensa de injusticias cometidas por compañeros no ayuda en nada a ganarse el afecto de la gente que, en teoría, deberían proteger y servir.

Hace un tiempo, en medio de las protestas por los recortes, algún sindicato policial iluminado propuso utilizar el castellano como lengua de comunicación en detrimento del catalán. Algo que, en cualquier situación, provoca un rechazo generalizado por la población que le paga el sueldo: utilizar la lengua como arma de protesta no es ingenioso sino oneroso. Es, sin duda, un exceso en sus atribuciones, una falta de sensibilidad y profesionalidad que un cuerpo de seguridad como los Mossos no se merecen.

Ahora han ido un poco más lejos: unos cuantos de estos policías se han constituido en plataforma para reivindicar la independencia de Catalunya. Mossos per la independència. Jamás un cuerpo de seguridad se debe significar políticamente. Jamás. Eso es propio de dictaduras, de regímenes pasados y de repúblicas banareras. Los Mossos deben obedecer, hacer cumplir y respetar las leyes y el orden público, y poco más. ¿Qué diríamos los catalanes si surgiese una plataforma de guardias civiles que se autodenominaran "Civiles por la Unidad de España"?

Pues eso, seamos coherentes y critiquemos estos desbarajustes de un òrgano que, como los jueces, deben conservar por encima de todo su neutralidad.

martes, 7 de febrero de 2012

De congresos descafeinados (y II)

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Tengo que confesar que estuve pendiente del televisor para saber quién había ganado el 38º Congreso del PSOE. Todo esto fue motivado por los rumores que circularon durante la semana pasada, en el que se apuntaba la victoria de Chacón por un ajustado margen. Sin embargo, Rubalcaba el Jacobino se impuso por 22 votos de sendos delgados, de 956 posibles.

La formación de la ejecutiva durante la madrugada no deja lugar de dudas: Alfredo no es magnánimo en la victoria y marginó a todo aquel que no le fue afín. Con una excepción; el díscolo Griñan ha sido nombrado Presidente del PSOE (figura símbolica), en substitución de otro andaluz, Manuel Chaves. Sin embargo, este gesto no es generoso; es para no provocar al Presidente de la Junta aún más descrédito de cara a la elecciones andaluzas. Se le ha perdonado, de momento, que él y sus ardientes y jóvenes partidarios socialistas andaluces apoyaran tenazmente a la candidata que se asociaba con el cambio, aunque fuera por descarte.

Chacón ha sido derrotada, pero su guerra puede que no haya acabado. Aunque la decepción de este revés le provoque una gran amargura, pues se veía muy claramente de Secretaria General, puede optar por ser la candidata al Gobierno. Y puede ser, en una rocambolesca trama futura, que Alfredo decida adoptar la bicefalia en el PSOE y deje el camino libre para Carme Chacón, esperando que sea ella quien se lleve el castañazo de 2014 contra un PP que puede haber sacado de la crisis al país.

Sin embargo, Rubalcaba es, digamoslo claro, viejo. Cuando se celebren las próximas generales, y como ya dije en la anterior entrada, 64 años y medio. Y no dudo de que su edad afecte a su capacidad para gobernar, pero me niego a creer que la generación de los 70-80, la generación mejor formada, no haya generado a un candidato mejor. Y sí, puede ser Eduardo Madina. Y no, no me paga para que hable de él.

Y no olvidemos que uno de las más vilipendiados en esta derrota chaconista ha sido el PSC. Su fracaso es triple: su candidata renegó de ellos durante la campaña, fue derrotada, y ganó el candidato centralista. Si Chacón no hubiera consentido voces discordantes, Rubalcaba no tolerará ni una tos. Quien se mueva, no sale en la foto.

El PSC, ante este panorama, se debate entre dos opciones: o bajar la cabeza como buenos siervos, o sufrir una desastrosa guerra civil entre los españolistas y los catalanistas. Este Congreso del PSOE puede haber cabado la tumba de la socialdemocracia catalana.




lunes, 6 de febrero de 2012

De congresos descafeinados (I)

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

El principal afectado por el tsunami azul de las pasadas elecciones generales es, obviamente, el PSOE. Apartado de todos los resortes de poder a nivel nacional, y esperando la anunciada debacle en su feudo andaluz, solo gestionará (y de manera compartida) el Gobierno Vasco. Triste bagaje del partido que una vez gobernó todo lo gobernable. El lector dirá que esto es normal, que se debe a los vaivenes electorales, las tendencias de voto y la crisis económica. Pero no, no es solamente eso.

El PSOE, como buen ejemplo de partido socialdemócrata europeo, vive una muy preocupante crisis de identidad y de ideario. El “de dónde venimos” está claro; lo que falla es el “a dónde vamos”. Y lejos de aprovechar la ocasión del congreso extraordinario para plantear un serio debate sobre el futuro o un brain-storming de nuevas ideas, dedicarán este evento a confrontar las dos viejas imágenes del PSOE.

Rubalcaba, candidato de lo que se denomina el “aparato”, encarna el alma socialista pura y llanamente española, muy en la línea de Bono, Ibarra y compañía. Suya es la concepción de una nación de izquierdas centralista, un calco del modelo francés de entre guerras. Unidad de programa, unidad de planteamientos, seriedad y experiencia, responsabilidad y senectud: Alfredo tendrá 64 y medio cuando se celebren las próximas elecciones generales.

Chacón, la (antigua) delfín de Zapatero, encarna esa ola de modernidad, de intelectualidad de izquierdas más allá del patriotismo; por sino fuera poco hándicap su condición de mujer y de catalana (España es, ante todo, un país profundamente machista y tradicionalista), defiende un modelo (ligeramente) federalista cuyo énfasis no deja de remarcar constantemente. Aúna los apoyos de los sectores más izquierdistas y más federalistas, y de aquellos que, como Tomás Gómez (secretarios del PSOE de Madrid), están enfrentados al aparato socialista. Es el de Chacón, más que un movimiento heterogéneo, una amalgama de antis y contras.

Recordemos por un momento el último congreso socialista que eligió secretario general a Zapatero. En este congreso se presentaron cuatro candidatos. Uno era el oficialista, el candidato del aparato: José Bono. El segundo en discordia era un desconocido diputado por León que sumaba apoyos de las más reformistas tendencias dentro del socialismo. La tercera candidata era una sparring del sector guerrista (de Alfonso Guerra), que la podríamos catalogar como la izquierda de la izquierda. La última candidata, representándose a sí misma, era Rosa Díez, que podríamos decir que era la derecha de la izquierda, o la izquierda más nacionalista.

De los cuatro candidatos, el que ganó (ZP) gobernó y sumó a su gobierno a su principal opositor (Bono), en un gesto sumamente táctico (“Ten cerca a tus amigos, pero más a tus enemigos" dicen que dijo Sun Tzu). La guerrista pasó a tercer plano, y Rosa Díez se fue del PSOE y fundó, con suerte dispar, UPyD. Ese congreso sí fue catártico, y significó el triunfo del socialismo plural en contraposición al tradicionalismo y nacionalismo español. Hasta que llegó la crisis.

En el congreso actualidad, difícilmente un candidato se podía imponer con facilidad al otro. Difícilmente alguno de los dos podría ser una buena elección como líder socialista. Mientras Alfredo y Carme se pelean, el PSOE se oxida y aumenta el peligro de seguir la senda de UCD (que, en una legislatura, pasó de gobernarlo todo a desaparecer como partido).

Y mientras, el militante socialista espera al único valor en alza: Eduardo Madina.

sábado, 7 de enero de 2012

La que nos espera

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Que los políticos no cumplen sus promesas electorales es algo que hasta el más inocente y crédulo de los votantes conoce a ciencia cierta. El PP se presentó a las elecciones con la clara promesa de no subir los impuestos y, sin llevar ni un mes en el poder, ya ha incumplido este punto. La excusa es que el déficit encontrado es mayor de lo esperado.

Los socialistas alegan, ante este desajuste del déficit, que los ingresos previstos eran más altos que los en realidad se recaudaron, puesto que se basaban en unas previsiones de crecimiento mayores, y avaladas por el FMI, la UE y otros engendros económico-burocráticos. Es decir, que los presupuestos se hicieron cuando aún creíamos que nos escaparíamos de la segunda recesión de esta profunda crisis. Sin embargo, las previsiones económicas hace décadas que no se cumplen, y la economía, lejos de repuntar, se escora dramáticamente hacia una constante depresión.

El PP, aprovechando una mayoría incuestionable (y unas irresistibles presiones germanas), ha anunciado la subida del IRPF para todo Dios, con especial escarnio a las rentas medias y altas. A su vez, y desmontando el ideario socialdemócrata, suben ligeramente las pensiones, mantienen los subsidios del paro y congelan (de momento) los recortes en los salarios de los funcionarios. Sabe bien don Mariano que los únicos que saldrían a la calle a protestar son los funcionarios, como bien sucede en Catalunya (que, como dice Enric Juliana, es el banco de pruebas de las políticas de recortes).

No obstante, este es el inicio de las tijeras, a la espera de que Javier Arenas se haga con la Junta andaluza y desbanque por fin a los socialistas de su último bastión de poder. Cuando en Sevilla gobierne lad erecha, los recortes se acrecentarán: subida del IVA, tijeretazo a las políticas sociales, bajada de sueldo a los funcionarios y ofensiva de ancho calado con(tra) las autonomías. Recentralizar España será la panacea económica para salir de la crisis, y así nos lo venderán.

El mensaje que se intenta transmitir a la sociedad es doble: por un lado, las autonomías deben ser llamadas al orden y deben ser despojadas de ciertas competencias que nunca debieron ser traspasadas: cultura, sanidad, fomento, política fiscal… Por otro, la bajada de sueldo de los funcionarios se hará con la complicidad y simpatía de la ciudadanía: ha calado hondo el pensamiento de que sobran funcionarios, de que estos trabajan poco y de que están demasiado protegidos. Cabezas de turco de la crisis, estos millones de empleados públicos estarán en la picota durante buena parte de la legislatura, con el beneplácito vengativo del resto de trabajadores y empresarios.

¿A qué nos aboca el descrédito hacia el empleado público? A un mayor apoyo social hacia la privatización de los organismos y servicios estatales: auténtico motivo de las políticas neoliberales. Así, con unos sindicatos y una oposición de izquierdas desacreditada y dividida, y unos funcionarios denigrados socialmente, el capitalismo agresivo habrá ganado una batalla en la guerra que él mismo provocó.

¿A qué nos aboca el descrédito de las autonomías? A una reconcentración de las competencias y a una disolución de las funciones autonómicas, y todo ello con la aserveración tácita del gran partido opositor. Rubalcaba así lo hizo patente en la presentación de su candidatura: más España, más unidad, más patriotismo.

Pero se presentan dos contratiempos a estas maniobras constructivas de un (pseudo)nuevo estado. El primero radica en el funcionariado. Con la pérdida de poder impositivo de los trabajadores públicos, el consumo decrecerá irremediablemente, ralentizando la recuperación económica. Además, un funcionariado caliente afectará al funcionamiento de los servicios sociales: hospitales sin personal, escuelas en precario, administración más lenta y farragosa, justicia pasivamente estancada y, cómo no, constantes huelgas, paros encubiertos y protestas sociales. Esta atmósfera creada afectará a la percepción ciudadana respecto al funcionamiento del estado y de las administraciones gubernamentales. El caos, la desidia o la idea de un país que se desmorona desde sus cimientos puede ser mucho más perjudicial que una subida de impuestos o unos recortes sociales. Aflorarán inevitablemente movimientos antisistema, antiestado, anticapitalismo, antiburocracia… caldo de cultivo de revueltas (que no necesariamente de revoluciones), ideas y partidos escasamente democráticos (que no necesariamente dictatoriales y fascistoides) y, en definitiva, un claro retroceso democrático.


El segundo problema que se genera es el debate mal cerrado de la concepción del estado español. Las islas que resistieron a la marea azul PPopular, Euskadi y Catalunya, no consentirán una recentralización en el concepto de la España Plural. Tensarán cuerdas y surgirán tiranteces entre los que desean una única y unida España (la inmensa mayoría de la sociedad española) y los que desean que, como mínimo, las cosas sigan como hasta ahora (es decir, la inmensa mayoría de las sociedades vasca y catalana).

La que nos espera...