martes, 26 de octubre de 2010

Afán regulador, o cómo coartar libertades en pos del bien común

Hola Lector(es) y/o Lector(a),

La empresa donde (se supone que) trabajo ha aprobado unas normativas sumamente estrictas sobre el uso de, entre otras cosas, al acceso a Internet. Esta empresa (pública), obsesionada compulsiva e irracionalmente con las siglas, las normativas, las palabras vacías y la jerarquía en diagonal, va a registrar, a partir de ahora, todos los movimientos de los usuarios en la Red de Redes. Gravarán qué se consulta, qué páginas se visitan, las descargas efectuadas... Controlarán de quién se reciben mails, a quién se envían, su contenido y su importancia. Prohibirán la instalación de cualquier programa en el ordenador del trabajador, recomendando no hacer uso de la memoria local, guardando así toda la información en la red interna. Y, por supuesto, se establecen sanciones (no hay avisos previos) disciplinarias y monetarias para todo aquel que vulnere dicha normativa. Viva el Führer?

Esta normativa (¿por qué llamarla normativa cuando quieren decir prohibición?) es, aunque de índole personal, una muestra más de la serie de prohibiciones que, en nombre de la buena gestión y de la libertad colectiva, atentan contra los derechos del individuo. En esta nuestra ciudad, condal para más señas, la legislación municipal, durante la época democrática, ha sido reiteradamente endurecida con normativas (de nuevo repito, es un eufemismo de prohibición) respecto a cualquier acto al aire libre (que no deja de ser paradójico, siendo aire libre pero habiendo legislado sobre ello. Debería decirse "aire controlado").

Se prohibió en su momento el poder patinar por la ciudad, porque molestaba a los transeúntes, con la promesa incumplida de crear espacios urbanos adecuados para tal fin. Se prohibió hacer botellón (una de las normas más restrictivas y más aplicadas por las fuerzas represoras, o protectoras, seguramente porque los "delincuentes" son jóvenes) porque molestaba a los vecinos, cuando se multiplicaron las terrazas de los base, incluso a altas horas de la noche. Se sancionó más severamente orinar o defecar en la calle, cuando incluso un perro tiene derecho a ello, pero nunca se construyeron lavabos públicos.

Se prohibió la mendicidad en las calles, pero no aumenta el número de comedores sociales o de hospedajes públicos. Se limitó a 80 km/h (y bajando) la velocidad de los vehículos al entrar en la ciudad, no saben bien si para evitar accidentes o para reducir la contaminación, pero no se potencia el transporte público; es más, incluso el precio de una T-10 es incrementado anualmente por encima del IPC. Se persigue a los ciclistas que vulneran las normas viales, pero no se añaden más carriles bicis, ni se arreglan los peligrosos baches y agujeros en el pavimento de las calzadas.

Se instaura en toda la ciudad unas "áreas verdes", cuando no se reduce el impuesto municipal de circulación ni, repito, no se potencia el transporte público. Se prohíbe fumar en interiores, pero aumentan los impuestos del tabaco. Se multa a los comercios por no rotular en catalán. Se instalan radares escondidos a la caza de infractores en afán recaudatorio. Se incentiva a los urbanos, o mossos, o conductores de grúas municipales para que incrementen el número de multas y sanciones, aunque haya caído la mayor nevada en décadas en esa misma ciudad. Se prohiben los toros, pero sólo en los ruedos.

Legislando y prohbiendo, instaurando normativas, aprobando reguladoras cívicas, pero la ciudad, la sociedad, no mejora. Está peor que nunca (o igual que siempre, si somos optimistas), pero tenemos menos derechos individuales y más protección (teóricamente) colectiva. La intromisión del Estado en la vida ordinaria, en la libertad individual, es tal que empieza a aprisionar y a ahogar el espíritu del ciudadano. La libertad de uno empieza cuando el Estado deja de legislar. Así es la sociedad que hemos construido; jamás tuvimos tantas libertades (de iure) y tantas prohibiciones (de facto). Y lo peor es que, al menos municipalmente, la jodienda nos viene de la izquierda, progre-pija para más inri, cuando debiera ser la más protectora con los derechos, la menos entrometida en el individuo y, por supuesto, la menos autoritaria. ¿Hemos llegado a tal estado de perversión ideológica que la esperanza nos tiene que venir de la derecha? ¿O tampoco?

Una vez leí (perdón por no recordar quién dijo qué y, aún y así, citarlo) que, entre una persona estúpida y una persona malvada, era de preferir a la malvada, puesto que la estúpida haría mal a todos sin beneficio de nadie, y en cambio, la malvada haría mal a todos en beneficio suyo. Al menos alguien conseguía algo...

miércoles, 20 de octubre de 2010

Plantes ficticios I: Vulcano

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Hoy vamos a iniciar una saga de artículos relacionados con la planetología, en especial, de los planetas o planetoides que se pensó que existían pero jamás existieron; es decir, de los errores de los astrónomos durante sus investigaciones (qué gracia nos hacen los errores ajenos, los deslices del prójimo, los faltas del vecino...)

Hablaremos, pues, de un investigador francés y su hipótesis de un planeta entre Mercurio y el Sol.

Urban Le Verrier, científico normando, comenzó a estudiar las desviaciones en la órbita de Urano respecto a la órbita que debería tener según las leyes físicas, y predijo que tales desviaciones eran fruto de la presencia de otro planeta, calculando con gran precisión cuál debía ser su posición; así hizo que se descubriera Neptuno.

Este francés, habiendo triunfado con Neptuno, propuso la misma solución a las desviaciones observadas en la órbita de Mercurio, y pensó que, si existía un planeta que alterara a Mercurio, éste debía estar ligeremente más cerca del Sol, y sólo se le podría ver al transitar por delante del Sol, o en un eclipse total. Además, pensó que, estando tan cercano al Sol, debía ser un auténtico infierno de calor; por ello lo llamó Vulcano, en honor al Dios de las Fraguas (y no en honor al planeta del Dr. Spock, trekis malpensados!).

En 1859, un astrónomo aficionado, Lescarbault, se carteó con Le Verrier, informándole de que había observado una mancha negra circular en el Sol, parecido a un planeta pasando por delante del astro. Lescarbault le indicó que, durante la hora y cuarto que había estado visualizando, pudo estimar tanto su inclinación orbital, su excentricidad, su tiempo de tránsito por el Sol. Le Verrier, con estos datos, tasó este "planetoide" con una masa casi veinte veces inferior a Mercurio, masa que no podía justificar las desviaciones de la órbita, aunque se consoló pensando que "Vulcano" no era más que el mayor de los miembros que conformaban un hipotético cinturón de asteroides intra-mercuriano.

Un año después, y durante un eclipse de Sol, Le Verrier, director del Observatorio de París, pidió a toda Francia que buscara a "Vulcano", pero nadie tuvo suerte. Una década y media después, ante ninguna observación clara, Le Verrier se desesperaba. De pronto, un astrónomo alemán apellidado Weber descubrió unas manchas solares circulares cuyas características se ajustaban a los cálculos de Le Verrier sobre "Vulcano". Y no sólo el alemán había observado ese punto circular, sino que también lo fue por toda Europa.

En 1878, un año después de la muerte de Le Verrier, varios astrónomos vieron no uno sino dos discos circulares, suponiendo entonces la existencia de dos planetas intra-mercurianos, pero ninguno de ellos casaban con los cálculos de Le Verrier. Y nunca más se volvió a ver evidencia alguna de la existencia de "Vulcano".

Fue con Einstein, cuando publicó su Teoría de la Relatividad, que se pudo explicar las desviaciones de Mercurio sin necesidad de la existencia de entes planetarios que le afectasen la órbita. En 1929, un astrónomo alemán, durante un eclipse de Sol en Sumatra, fotografió la estrella en búsqueda exhaustiva de manchas "vulcanianas", pero no encontró absolutamente nada.

¿Qué vieron, durante décadas, estos astrónomos? Quién sabe; pequeños cometas que pasaban por el Sol, asteroides cercanos a la Tierra, desajustes de las lentes telescópicas... Le Verrier se quedó sin su planeta, pero, a cambio, llevan su nombre un cráter de la Luna, otro de Marte, un anillo de Neptuno, y un Asteroide. Le Verrier es uno de los 72 científicos ilustres que tienen el honor de tener su nombre inscrito en la Torre Eiffel. Su memoria yace rodeada de Fourier, Laplace, Lagrange, Fresnel, Coulomb, Poisson, Legendre, Gay-Lussac...

martes, 19 de octubre de 2010

El Concierto Catalán, o el brindis al sol que tensa la cuerda

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Desde que hubo la sentencia del Estatut, a CIU se le ha metido entre ceja y ceja ahora, reclamar el Concierto Económico, cual panacea del siglo XXI, a modo e imitación de las provincias vascas y navarras. Pero, ¿qué es exactamente el Concierto Económico? Pues digamos que es el último privilegio, la última rémora de los Fueros que antaño tenían, dentro de España, diversas provincias, regiones, e incluso ciudades; una especie de pactos, deberes y obligaciones mutuas entre la burguesía y nobleza local para con el Soberano.

Cuando las Guerras Carlinas (o Carlistas, en castellano correcto), los frentes más activos, más rebeldes, y a la vez, más conservadores, eran las Vascongadas y Cataluña (qué casualidad!). La cosa fue que, resumiendo, en Cataluña ganaron los Isabelinos, y en las Vascongadas acabaron en tablas, y pactaron los Carlistas una rendición a cambio de restaurar los fueros en las tres provincias vascas y en Navarra.

Durante la dictadura de Franco, éste conservó los fueros de Álava y de Navarra, mientras que se los quitó a Vizcaya y Guipuzcua, que fueron tildadas como "provincias rebeldes" por no hacer eso, rebelarse contra la República y permanecer fiel al gobierno legal. En la transición, se volvió a otorgar los fueros a las dos provincias septentrionales ("restauración", se le llamó entonces).

A día de hoy, lo que importa del Concierto Económico, el régimen fiscal foral, es que los entes forales recaudan todos los impuestos y, posteriormente, negocian con el gobierno central un "cupo" o contribución a las arcas del estado por parte de los forales, a fin de pagar las "cosas comunes", es decir, el ejército, la monarquía, la diplomacia, el aeropuerto de Madrid y el PER andaluz (si no se me permite el chascarrillo... pido excusas)

Pues ahora los illuminati de CIU proponen exigir el Concierto para Cataluña, sabiendo de antemano que, si no nos han dado el Estatut completo, menos van a dejar que la nación/región que representa un 20% del PIB total recaude sus impuestos! El quid radica en qué pretende CIU.

¿Por qué proponer algo que saben a ciencia cierta que no se conseguirá? ¿Por qué proponer algo que saben que es inconstitucional? Sencillo. Quieren tensar la cuerda, quieren causar frustación. Los mandamases de Convergència (porque Unió no tiene opinión, estos pasaban por ahí...) son declarados partidarios de la independencia, pero no quieren iniciar una consulta popular (por ejemplo) por miedo a un resultado desfavorable que lastre durante décadas las ansias de separación. Vamos, que quieren apostar por el caballo ganador, pues nadie tira piedras en su tejado (a no ser que haya el gato que maulla...)

Preparan, cuando accedan (sobreseguro) al gobierno, un etapa pedigüeña, seguida de una negociación ficticia con el Estado, haciendo el paripé, para luego, ante la evidente negativa española, dirigirse a las masas y proclamar que no nos entienden, que no nos quieren dar nuestro dinero, y que sí, que lo único que nos queda es seguir nuestro propio camino. Jaque mate, o como manipular a tus electores más moderados.

En verdad, es una tomadura de pelo que se niegue el pan y la sal a Cataluña (y al País Valenciano, y a Baleares, que también contribuyen lo suyo), mientras se les da el oro y el moro a los vascos y navarros. Auténticos privilegios medievales en pleno siglo XXI. Y nosotros, chitón.

Y mientras, el PP y el PSOE blindan el concierto vasco para que jamás se pueda modificar.

lunes, 18 de octubre de 2010

La venganza rosellista, o cómo los canapés pasan factura

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Parece que los socios compromisarios, en la Asamblea del Barça, han decidido llevar ante los tribunales a la junta del expresidente Joan Laporta, por la mala gestión de ésta durante todo su mandato, en especial los últimos años (claro, no vaya a salpicar, aunque sea un poquito, al actual Presidente Rosell).

Una acción peligrosa, sin precedentes, eso de llevar a los juzgados a toda una junta (y de paso, la más exitosa deportivamente hablando). Ni tan solo se hizo con Gaspart, y aquello fue mucho peor. Pero ahora, gracias a una junta revanchista, obsesionada con la herencia, acomplejada por el pasado, se ha decidido, manipulación de compromisarios mediante, lavar los trapos sucios en sede judicial. ¡Qué torpes somos, para regodeo mesetario!

Las cuentas que presentó Laporta arrojaban un beneficio, en el último año, de 11 millones de euros, pero (atención!) la Junta de Rosell decide "auditar" las cuentas, retocándolas. Pasamos de 11 millones de beneficio a 80 de pérdida, así, por arte de birlibirloque. Y se hacen aprovar estas nuevas cuentas, como si hubieran sido presentadas por la junta anterior. Esto es como si (a ver si me sale bien el símil) declaras en un juicio como testigo de la defensa. Ante la pregunta "¿Vio usted al asesino?" respondo que sí, pero el abogado de la acusación le dice al juez: "El testigo ha dicho que no". Pues lo mismo con las cuentas.

Pero es que detrás de estos 80 millones de pérdidas, los rosellistas cuentan el último traspaso de Ibrahimovic, los fichajes de los inéditos Keirrison y Henrique, los gastos de cátering en el palco del Camp Nou, o incluso los viajes a Abu Dhabi, pero no se contemplan como ingresos la venta de Touré Yaya, por poner un ejemplo. Vamos, que sin saber mucho de cuentas, a mí me da que esto es como el chocho de la Bernarda. Añado sal, quito azúcar, meto estas facturas, me quedo con estas visas, y tan campantes nos quedamos.

Pero lo peor, como siempre, para el final. Jamás me ha caído bien Sandro Rosell. De hecho, no sólo no me cae bien, sino que no me fío ni un pelo de él. Tiene cara de falsedad, de desconfianza, un posado muy mono para cámara, pero carente de sinceridad. A mí me transmite fullerío, astucia, trigo sucio. Es como una mezcla del Ulises de Homero y el Conde de Montecristo versión brasileña, con cierto acento progre-pijo malévolo. Y que nadie me acuse de laportista, que bien que voté para que tocara el dos, cuando la moción de censura!

Pues me parece de una bajeza enorme, de una falsedad manifiesta, eso de votar en blanco cuando había que decidir si llevar a Laporta a los tribunales. Antes de la votación, va y suelta un speech, con los pros y los contras, y luego se abstiene... como si no fuera con él, como si no tuviera que tener una opinión y una posición ante tal importante decisión, y, óbviamente, como si él, Sandro Rosell, no hubiera llevado nunca a los tribunales a Joan Laporta. Enredando al personal, Sandro consigue que se apruebe lo que él quiere, sin él mojarse más de lo necesario. Sí, quedará muy bien en los libros de Historia del Barça (asignatura opcional en la ESO, me dicen por ahí...), pero quedará bastante peor ante los socios: maquiavélicamente cobarde, escondido ante la voracidad vengativa de su junta, tras un voto en blanco falso.

Y aún un chisme más; dicen que esto no es más que una maniobra política para encharcar las (mínimas) posibilidades de Laporta en las próximas elecciones. Dicen, además, que quien está detrás de Rosell y su junta es... CIU. ¿Propable? Pausible.

Por cierto... pronostico que el juez archivará la causa sin condenar a nadie. Entonces, ¿quién pagará los costes judiciales que le supondrán al Barça haber llevado a Laporta ante los tribunales? ¿No son estos unos gastos innecesarios? ¿Due Diligence para Rosell?

V de vendetta, versión culé.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Eurovisión deportiva

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Cuando era (más) joven, iba cada invierno, allá por el día de los Inocentes (extraña coincidencia), a ver el partido de rigor entre la selección catalana de fútbol y un combinado de otro país. Un año fue Nigeria, otro Yugoslavia, otro Lituania... incluso firmé en su momento para que hubiera selecciones catalanas!

Pensaba (ingenuo de mí) que, habiendo selecciones escocesas, galesas y otras naciones-sin-estado-pero-con-ansias-de-tener-uno-aunque-sea-pequeñito, pues bien podría haber una que representara Catalunya. Años después, hubo el follón de Fresno y pudimos decir, entre pataletas y cops de falç, que si no teníamos selecciones era por culpa de la España centralista y opresora (que viene a ser verdad, y coherentemente lógico, porque nadie tira piedras en su propio tejado, salvo que se te haya colado una pelota en él y quieras recuperarla. O que haya un gato en celo maullando toda la noche, y pienses que dejará de dar por el ojete a base de acertados lanzamientos de pedruscos; pedruscos que te acaban, inevitablemente, rompiendo un cristal, o peor, la antena de la tele, y te pasas la noche en vela, con el gato maullando y sin ver la teletienda pa' coger el sueño).

Total, que hoy ya no pienso así. Tanta eurocopa, mundial, amistoso, idas y venidas de jugadores, lesiones sin contraprestaciones, clubes a cuadros, chupópteros federativos, FIFA Power y otras mandangas, me han dejado tan mal cuerpo que es oir la palabra "selección" y me dan ganas de arrojarle piedras al gato que maulla. Y mira que me caen bien, los condenados felinos!

Son ganas, las de unir a jugadores (trabajadores de una empresa, no lo olvidemos) por países y hacerles competir para ver qué país la tiene más grande (la afición), como si eso significara que uno es mejor que Luxemburgo por meterle una goleada, cuando en verdad es al revés, visto que tienen una renta per cápita tres veces mayor que los (in)habitantes de este nuestro país.

El deporte y, con él, la competición, vivió su eclosión en la Grecia Clásica: allí se premiaba a los deportistas, a los atletas, pero no a la ciudad o región helénica que representaban. Claro que era un orgullo para los compatriotas del ganador, pero no había tan claro enfrentamiento entre "entes supranacionales" como lo hay hoy. Incluso actualmente, en las Olimpiadas modernos, los medalleros se ordenan por países, y no por deportes; se honra a una sigla o estado, y no al deportista, auténtico protagonista del evento. Para confrontar naciones, ya están las guerras (y suerte que son cruentas, las guerras, porque sino, nos aficionaríamos a ellas)

Pero vayamos al mundo laboral por un instante. Imagínese el personal que se posee una empresa de, digamos..., ingeniería. Un dia viene un empleado y le dice que hoy no curra, que le ha llamado la Administración Estatal para hacer un trabajillo, y que ya vendrá, que qué se le va a hacer, que es su obligación patriótica, y que no le espere despierto. Al cabo de una semana, el mismo trabajador, y tal vez un par más, vuelven a encontrarse en la misma situación. Y usted, el propietario, como dice el dicho catalán, cornut i pagar el beure. Yo soy el dueño, y mando a esos trabajadores patrióticos a freir espárragos, o al tejado, a esperar pedradas oyendo al gato que maulla.

No sé, qué queréis que os diga, a mí me da que todo esto es como Eurovisión, pero con deportistas: cutre y anticuado, mezclando deporte y política, geofísica y competición. Es tan parecido que en ambas, incluso, sale Jimmy Jump. A ese sí que le tiraría piedras, aunque no maullara...

viernes, 8 de octubre de 2010

España... ¿pluri-qué?

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Un tal Sergio Ramos, jugador de fútbol, famoso por sus luces (de torero) y, parece ahora, por su piel (de toro) fina, se molestó ayer, en una rueda de prensa de la Selección española, porque su compañero, Gerard Piqué, respondió una pregunta en catalán. Enémiso despropósito por la convivencia, nueva muestra del separatismo centralista (que sí, que hay más separadores que separatistas).

El Sr. Ramos, haciendo gala de su respeto y tolerancia, ironizó, con un posado entre serio y cabreado, que Piqué contestara "en andaluz también, porque parece que el periodista no entiende el castellano". De nuevo, un personaje supera a su imitación, y en Crackòvia se frotan las manos.

Es verdad que Sergio Ramos se ha "disculpado" en su Twitter, alegando que "no tiene nigún problema con los catalanes y el catalán", que, la verdad, a mí me suena a eso de "no soy racista, pero...". Quiero creer que el pensamiento del jugador del Real Madrid es compartido sólo por una (inmensa) minoría de España, pero no deja de ser significativo que, en un país (supuestamente) plurilingüista, se "bromee" con el uso de una de las lenguas oficiales. ¿Alguien se imagina qué escándalo se armaría si un jugador suizo francófono se enfadase porque un compañero hablase en alemán? ¿O un valón y un flamenco? ¿O un canadiense y un quebequés? De nuevo, se da la impresión de que la tolerancia idiomática española es de postín, de conveniencia, de mentirijilla.

Siguiendo el símil; si, en una rueda de prensa del Real Madrid, un periodista le pregunta a Cristiano Ronaldo en portugués, y éste responde en su lengua materna, ¿también Ramos hubiera dicho lo mismo? ¿A que no? Pues que no nos expliquen cuentos!

Pero, relativizando, me parece más grave la (nula) respuesta de Piqué, riéndole la gracieta a su amigo Ramos. No le censura el comentario, ni le afea la actitud, antes al contrario; se somete a la doctrina imperante de sumisión, de mal entendida buena educación, de "perdone usted que hable otra lengua", de "no lo volveré a hacer". El chico de la Bonanova, sin querer, les hace el juego a todos los que piensan como el sevillano.

Es todo tan absurdo que acabaré aquí el post. Una última cosa, que creo que cuesta entender: nuestra manera de ser españoles es ser catalanes. Si eso no se respeta, o no se comprende, apaga y vámonos. Yo cerraré la puerta al salir.

PS: Felicitats, Pere!

martes, 5 de octubre de 2010

De leyendas negras y CIV V

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Ayer me compré un juego de ordenador, el Civilization V, el último de una saga que me ha hecho ocupar gran parte de mi tiempo estos últimos 10 años. Normalmente, en cuanto cato un juego que me gusta, lo exploto durante horas y días, sin moverme ni un ápice y casi, casi, sin pestañear. Pero esta vez no. Menuda desilusión...

Para no aburrir a aquellos que no conozcan los títulos antecedentes, simplemente decir que es como una película con muy buenos efectos especiales pero con un guión pésimo, recurrente, previsible... Apenas alguna novedad que no compensa ni por asomo todo aquello que han recortado. Vamos, una mejora gráfica del Civilization II. Sí, sí, del dos. Continuaré jugando, con la esperanza de que las sucesivas extensiones mejoren algo este bluff.

Pero lo que me ha enervado definitivamente ha sido la rancia base histórica de ese pretendido juego de civilizaciones. Tendiendo a mostrar las más importantes naciones de la historia, puedes escoger entre 18 civilizaciones, donde... tachán! no está España!! Pero sí está Siam o los Iroqueses o Turquía (que no los Otomanos), a todas luces, mucho más poderosos históricamente que nuestro solar patrio, dónde vas a parar...

Además, las explicaciones históricas parecen hechas por y para niños de cinco años, con un entendimiento ligeramente inferior a lo propio de su edad, mezclado todo ello con un anti-españolismo (y anti-italianismo, ya de paso) que dan ganas de coger un avión, ir a Washington o donde sea que estén los autores del juego, escupirles a la cara, bajarse los pantalones, dejarles un regalito en la puerta de sus casas, y por último, regalarles un libro de Historia de la E.S.O., para que vean que incluso ESO es mejor que sus nociones de historia.

¿Y porqué anti-españolismo? Bueno, digamos que no hay ni una sola referencia positiva, ni ninguna relevancia en el juego de cualquier cosa que sea mínimamente española. Tampoco es que hayamos sido los reyes del mambo... pero España, con todos sus peros, ha dejado una marca, hecha a fuego, en los anales de la historia.

Este comportamiento de los creadores del juego, del que ya hacían gala en anteriores versiones de la saga, es debido, principalmente, a la Leyenda Negra, tan apreciada y expandida por los anglosajones, sobre todo lo español. Se minusvalora, denigra, margina y menosprecia tanto la historia como las aportaciones socio-culturales de la Península Ibérica. Se nos tilda de incultos, salvajes, genocidas, atrasados... ¿Los motivos? Genocidio indígena, Inquisición, catoliscismo a ultranza, absolutismo, colonialismo, dominación de Holanda y Portugal, guerras con Francia, Inglaterra, Suecia, USA...

Por poner un ejemplo de la manipulación anglosajona; murieron 25.000 "herejes" en la Inquisición Alemana en menos de 20 años, mientras que la española se cargó a unos 5.000 en casi 400 años. Pero la española, dicen los ingleses, fue la peor. Si tenéis ocasión, preguntadle a un británico sobre la Inquisición española, y luego sobre la alemana, a ver qué os dicen.

¿Os acordáis de la Guerra del Fletán, en 1995, entre Canadá y España? Los canadienses lanzaron campañas de desprestigio aduciendo que España no era respetuosa con el medio ambiente... incluso todavía la entrada en Wikipedia tiene un cartelito que explica que la neutralidad del artículo es discutida...

En fin, si el Civilization fuera español, seguro que los ingleses saldrían en el juego vestidos con chanclas y calcetines blancos, y los yankis bombardeando a diestro y siniestro. Ahora nos conformamos con que, en la edición española de CIV V, te regalen una sangría y una paella. Ah! Y también una colonia carísima, para quitar ese olor a heces que sale del juego...

viernes, 1 de octubre de 2010

La nova canço, o cómo ser amigo de las artes

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Me he obsesionado, sanamente, con "Els Amics de les Arts". De hecho, mientras escribo, no paro de escucharlos, una y otra vez, disfrutando de sus melodías pegadizas, sus letras, mezcla de costumismo (o costumbrismo) y humor, tristeza y realidad. Auténticas joyas que me sorprendo de no haber descubierto antes, que ya llevan tiempo publicadas y yo, en babia.

"Els Amics de les Arts" supone una ventana abierta, una nueva aventura de la música en catalán. Coinciden en el tiempo grupos tan variados del mundillo indie popero como "Manel", "Mishima", "Cesc Freixas" o los minimalistas "El Petit de Cal Eril", esos leridanos, con el accento marcadísimo, con ese temazo (Els Gats 2), con un estribillo tan... "que no val la pena viure a Barcelona per tenir-hi un gat". Ruralmente melancólicos, vamos.

Para aquellos del área metropolitana que no nos tocó tan de cerca, en nuestra juventud, la eclosión del rock catalán de los 90, con "Sopa de Cabra", "Els Pets", "Lax'n Busto" o "Brams", ahora aparece una oportunidad de disfrutar de una nueva hornada, tras la sequía de primeros del XXI, de música catalana. Pero no sólo les une el idioma, también creo notar cierto aire de cotidianidad, de expresión musical de la rutina, de lo tangible. No se canta a amores imposibles, ni a utopías de ensueño; se canta al día a día, se decribe lo que sucede en una jornada normal, en un paisaje normal, con un amor normal. Normalmente cotidiano, rutinariamente cercano, todo adornado con unas gotas de humor (que es lo que nos pone a los catalanes...)

Francamente mancos de referentes musicales, los catalanes nos conformábamos con otras muestras de cultura (que no es poco), exportando a nuestros cómicos y actores, pintores y escritores, que siempre parecen tener que cruzar el Ebro para lograr cierto reconocimiento (cainitas de nuevo). Pero parece que comienza a cambiar; ante el hartazgo por la baja calidad de la música hispánica, y asqueados ante una saturación de acordes anglosajones, la música catalana encuentra y explora una tercera vía, y el público, y no sólo el catalanohablante, responde positivamente.

Esta es la gran diferencia ante el boom del "rock català" de los 90; penetra en todas las capas sociales, en toda la geografía, en todas las mentes, hablando de tú a tú sobre (a veces lo parece) nuestras propias vidas. 

¡Larga vida a la cultura!