miércoles, 29 de junio de 2011

Entre AVEs (no) alzamos el vuelo


Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Entre crisis anda el juego, con Grecia recortada y revolucionada, con una francesa al frente del FMI y, por fin, sin fútbol que nos anestesie las noticias. El pan anda caro y no hay circo hasta setiembre; el pueblo debería estar tirado al monte o tomando las calles, pero el espectáculo de los indignados ante el Parlament dejaron el movimiento en un coma vegetativo, que esperemos haya movido conciencias pero del que ya nada se espera.

Y así, la semana que conocemos que suprimen el AVE de Toledo a Albacete, pasando por Cuenca, por falta de personas (decían que cada día viajarían miles de viajeros, pero acabaron viajando nueve... aunque no sabemos si siempre eran los mismos, que podría ser...), pues eso, la misma semana conocemos que el Estado ha licitado la línea de alta velocidad de Madrid a Extremadura. España es el segundo país del mundo con más kilómetros de AVE tras China, pero aún no sabemos nada del corredor mediterranio. Mal gobierno y mala gestión.


La misma semana conocemos también que Artur Mas, o Arturo Manos-tijeretazos, propone bajar el IRPF a las rentas más altas, en plena osbcenidad fiscal, mientras que las empresas siguen sin tener crédito de los bancos, y el número de trabajadores activos es ya menor al resto de la población.

Esta misma semana, hoy mismo en concreto, conocemos que el 43% de los catalanes votaría a favor de la independencia, mientras que solo un 28% lo haría en contra. La gente quiere un cambio, y cualquier rumbo se contempla; aunque luego no más de un de un 25% se considera independentista. Cosas de las revoluciones silenciosas y de la desorientación ciudadana.

No alza el vuelo la economía; incluso el mejor artista del circo, el Barça, anda recortando secciones (que, por otro lado, con un solo amistoso del equipo de fútbol en el Camp Nou, tendríamos para pagar a la sección de beisbol...). No alza el vuelo nuestra sociedad; ni sin AVEs ni con ellos.

jueves, 16 de junio de 2011

Recortemos, sí, pero...

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Como amante (infiel) de la democracia que soy, me horroriza ver cómo unos representantes del pueblo elegidos por sufragio son sometidos a vejaciones, insultos, zarandeos e incluso a pedradas. Como auténtico convencido de que la soberanía popular reside (durante un periodo demasiado largo, dicho sea de paso) en el parlamento, me escandaliza ver cómo se bloquea su acceso y deber ser custidiado y protegido por sicópatas violentos las fuerzas del orden.

Pero las protestas son necesarias, aunque fallen en sus formas y yerren en el lugar escogido para llevarlas a cabo.

Como humilde adorador de la lógica y la matemática, admito que estos recortes son inevitables. Si en el año 2010 se recauda menos que en 2009, es normal que el presupuesto del ejercicio siguiente sea inferior: la única manera de no reducir las partidas presupuestarias sería endeudarse. Pero ya estamos demasiado endeudados, y Madrid tampoco ayuda (siempre, ya lo sabemos los catalanes, podemos decir que todo es culpa de Madrit...). O sea, que 3 menos 1 no va a dar 3 ni de coña....

Pero las protestas son necesarias, pues la ciudadanía debe mostrar su rechazo a los recortes en el bienestar colectivo, aunque estos estén bien justificados.

Como semi-entendido en política y, más concretamente, en la distribución de las competencias de cada administración en este nuestro Estado de las Autonomías, sé que son las Comunidades Autónomas quienes más competencias "sociales" gestionan. Por tanto, un recorte en sus presupuestos lleva implícito un recorte en materia social: más del 70% del gasto catalán corresponde a sanidad, educación y servicios sociales.

Pero las protestas son necesarias, porque la indignación (originariamente) no busca culpables, y solo nos sirve como el último escape ante la frustración que nos provocan los acontecimientos.

Como crítico periférico, debo destacar que nos están tomando el pelo, en muchas cosas pero concretamente en una: la deuda de España corresponde, en un 75%, al Gobierno Central. No es justo, ni equitativo, que sean las Autonomías (de momento, solo recorta Catalunya...) quienes paguen el pato de los recortes. Recortemos, sí, pero priorizemos: lo primero que debería recortarse es la barbaridad que se destina a las subvenciones a partidos políticos y sindicatos.

jueves, 9 de junio de 2011

Abanderados en el deporte

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Estamos acostumbrados, durante las celebraciones deportivas, a enarbolar banderas patrias como muestra de júbilo y pertinencia a una comunidad ciudadana concreta. Lo hemos visto con las celebraciones culés (inciso: en catalán, la forma correcta de los seguidores del Barça és "culers". Sería justo que la traducción directa al castellano fuera "culeros"...), y este fin de semana pasado lo pudimos ver también en París con Rafael Nadal.

El ser humano pierde raciocinio cuanto más masificado se encuentra: el individuo es listo, pero la masa se aborrega. Por ello, individualmente le daremos una importancia relativa a un trozo de tela, pero colectivamente ese trozo de tela será la prueba del algodón sobre la fidelidad y el compromiso con unos colores determinados.

Durante la resaca de Champions del Barça, muchos "tertulianos" nacionales criticaron, con más o menos intensidad, la nula presencia de banderas españolas entre los jugadores y aficionados. Les extraña, y con razón, que la rojigualda nos sea extraña. Es de comprender, entonces, que desde la Meseta siempre piensen en el Barça como un equipo a medio camino del extranjero. (Si esto fuera Canción de Hielo y Fuego, la relación España-Catalunya sería similar al binomio Stark-Bolton, Lannister-Castamere o Tyrell-Florent).

Por otro lado, sería inconcebible que un jugador culé sacara a pasear una bandera española: la hostilidad inconsciente de las masas se haría patente en seguida, y tardaría anys i panys en repararse su imagen pública. (Este comportamiento no es más que el reverso de la moneda de nuestros hermanos mesetarios: una muestra más de un nacionalismo excluyente. Pero es que el simple hecho de enarbolar una bandera en una victoria deportiva ya se podría considerar como un ejemplo claro de nacionalismo. Por tanto, y viendo que el juego se disputa nacional y nacionalistamente, ¿tonto el último?)

Como la muestra de banderas en las celebraciones es ya una tradición (y por desgracia casi una obligación), éstas acaban ocupando gran parte de las principales fotografías en la prensa. Pero es curioso observar aquellas publicaciones donde hacen más incapié en la bandera y menos en el deportista:


Puede apreciar el lector que en la prensa española, la victoria de Nadal es más o menos rojigualda, según el diario que la muestre. Por un lado, la prensa catalana y vasca, tanto deportiva como generalista (Sport, Mundo Deportivo, La Vanguardia, El Periódico, El Diario Vasco y El Correo) y la prensa española de izquierdas (El País y Público), muestran a Rafa Nadal como protagonista absoluto de la noticia. En cambio, tanto los diarios deportivos españoles (Marca y As) como la prensa conservadora (El Mundo, ABC y La Razón) el protagonismo lo comparten el tenista y la bandera nacional.

Desde una postura (contaminada) nacional, podríamos dilucidar que solo los diarios conservadores expresan esta victoria deportiva como una gesta más de la nación española: se apropian de la hazaña de Nadal para glorificar a la patria, cuando lo único que se glorifica es la cartera del tenista. Por otro lado, los medios progresistas y periféricos muestra la figura del tenista sin vestidos patrióticos, pero ambos colectivos por motivos diferentes. Los medios periféricos no muestran la enseña por ser, como dijimos antes, enseña extraña. Los progresistas, en cambio, la suprimen por un acto de espejismo contrario: si mis oponenetes ideológicos se apropian de la bandera, nosotros la obviaremos, aunque también sea la nuestra.

Esta diferencia tan evidente entre unos medios y otros no hace más que confirmar dos teorías:

1.- La (casi) obligación que tiene un deportista en mostrar una bandera nacional (o, análogamente, los vivas a un país) nos hace pensar que el nacionalismo impregna todos y cada uno de los poros del deporte.
2.- Tanto la presencia como la ausencia de la bandera en la noticia de una victoria deportiva demuestra que, paradójicamente, ambas posturas están afectadas por un aspecto del nacionalismo.

Alguno, por contra, podrá pensar que confundo patriotismo con nacionalismo. Bueno, a mi entender, son términos idénticos: el patriotismo es el nacionalismo consolidado por un estado. De nosotros depende que uno u otro opriman más o menos a las minorías...


domingo, 5 de junio de 2011

Yo fui del 15-M (I)

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Yo fui del 15-M, pero vistas las principales reivindicaciones de los indignados, me estoy desmarcando a velocidad de crucero. ¿Por qué? La indignación ya no es de consenso sino claramente ideológica. Veamos para ilustrarlo las principales propuestas de los acampados en Plaça Catalunya:

(En negrita, las reivindicaciones. En normal, mis comentarios)

1 – No más privilegios para políticos, empezando por Barcelona:

- Recorte drástico del sueldo de las y los políticos equiparándolo al sueldo de la media de la población

¿Creemos realmente que el sueldo de las personas que gestionan la res publica debe ser inferior al de un ingeniero, un médico, un policía, un deportista o un directivo? ¿No debe ir el sueldo acorde a la responsibilidad del puesto de trabajo? ¿No es esta una medida claramente demagógica?

Yo propongo establecer sueldos proporcionales a la responsabilidad ejercida: no puede ser que un presidente autonómico o un alcalde cobre más que el presidente del Gobierno Central.

- Supresión de los privilegios en el pago de impuestos, dietas, años de cotización y pensiones (solo en Barcelona el ahorro sería de medio millón de euros al mes como mínimo).

Podría ser una buena medida, sino fuera porque gran parte del alto funcionariado del Estado gozan de los mismos privilegios. ¿Los indignados no hablan de la Casa Real? ¿Y qué significa "ahorro de medio millón de euros al mes, como mínimo? A mí me da que es más una bravuconada contable que un cálculo realista...

- Prohibición de pensión superior a la pensión máxima establecida para los demás ciudadanos y ciudadanas.

La pensión máxima en España es de 32.000 euros. ¿Se refieren a esta pensión? ¿Saben los indignados que ni el 99% de los políticos que han tenido cargos de gobierno cobrarán esta pensión? ¿Saben los indignados que la pensión extraordinaria es una concesión del Estado en contraprestación a los servicios prestados al país? Palabras vacías sin contenido...

- Supresión de su inmunidad jurídica y de prescripción para los casos de corrupción. Cese de las y los políticos corruptos.

La ley actual incluye la inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos a aquellas personas que hayan malversado. La ley actual otorga a los representantes políticos la inmunidad jurídica, que puede ser revocada por el Parlamento o similar donde ejerzan sus funciones; esta inmunidad es el garante a su libertad de expresión, no la excusa para cometer delitos. La ley actual no protege a los corruptos: diputados y presidentes han sido procesados por corrupción. No hay inmunidad permanente.

La prescripción de delitos está contemplada en nuestras leyes, y solo para aquellos delitos que no impliquen "sangre". Todos los ciudadanos nos beneficiamos de esta medida, no solos los políticos. ¿No somos todos iguales ante la ley? Habla también este punto sobre "el cese de los políticos corruptos"; para que un político sea considerado corrupto, y por tanto, inhabilitado, debe haberse celebrado un juicio y haber sido declarado culpable. ¿Insinúan los indignados que la presunción de inocencia no se puede aplicar a los políticos?

Por contra, yo propondría un endurecimiento de las penas por delitos de corrupción, y una inhabilitación más severa.


Propuestas sobre políticos que creo que faltan (y son extremadamente importantes):

- Transparencia y reducción de la financiación de los partidos políticos y sindicatos.
- Fin del gasto excesivo en anuncios publicitarios de gobiernos y administraciones.

En fin, que las propuestas que presentan los indignados son desproporcionadas, inútiles, vacías y vengativas.

Alguno dirá que bien podría haber ido a alguna asamblea a propones y discutir estos puntos... ¿qué le vamos a hacer? Yo confiaba en que la gente iba a ser más racional. Por eso fui del 15-M... y ya no.

jueves, 2 de junio de 2011

El perjuicio del prejuicio

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Si hay algo impepinable (es decir, 100% seguro) es que nunca se habló tanto sobre los pepinos. Esta vez, los causantes han sido una bacteria a todas luces italiana (E.coli!), una ministra hamburguesa vegetariana(de Hamburgo, no de vacuno) y unas autoridades sanitarias bastante incompetentes ("de los creadores de Gripe A: la amenaza fantasma"). Seguro que el lector sabrá de qué hablo.

Unos casos mortales de complicaciones intestinales en la localidad alemana de Hamburgo fueron el motivo para que la ministra de sanidad de ese Land culpase sin muchas pruebas a los pepinos procedentes de España. Tal como dictan las normativas europeas, la alerta alimentaria se activó y se produjo un cese total de las exportaciones de pepinos españoles, primero, y demás hortalizas y frutas después, aplicable a toda la Unión Europea y los países de la esfera rusa. Y después de pandir el cúnico, van los expertos y demuestran que los pepinos no tienen bacterias mortales algunas, y la ministra se tiene que comer sus palabras con pepinos patatas.

¿Por qué cundió tan rápido la alarma, sin apenas sospecha o prueba de que el origen se situara en los pepinos españoles? La respuesta es clara: prejuicio. Tú suelta en el norte anglosajón, nórdico o germano que el problema se origina en la pobre, atrasada y vaga Europa del sur, y tendrás a millones de arios norteuropeos clamando (discretamente, inconscientemente) sobre su superioridad cultural. Son demasiados siglos de historia compartida, de roces y de guerras, para ahora olvidarlo todo en un par de generaciones...
 
Bueno (pensará el lector), se han equivocado, tampoco es tan grave o tan demostrativo de prejuicio. No, claro está. Es un hecho aislado, si no fuera porque, lejos de rectificar o de pedir disculpas, han seguido en sus trece. Incluso con Bruselas declarando que el origen de la bacteria es en la misma Hamburgo. Incluso la Bundeskanzler Merkel ha arropado a la ministra de Hamburgo, aun siendo rivales políticas. (Inciso: ¿se imaginan esto mismo en España? ¿Zapatero protegiendo a un Consejero popular de Valencia o de Madrid?)

Últimamente, Angela Merkel está un poco obsesionada con España. Primero nos recomendó reformar el mercado laboral, ligando sueldos con productividad. Luego se metió con los horarios de trabajo españoles, y con los (excesivos?) días de vacaciones de los trabajadores hispanos (cuando, realmente, hacemos las mismas vacaciones que los germanos...). Y ahora el problema son los pepinos. Como leí en un tweet por ahí, la Merkel le tiene manía a España desde que no se comió un colín de joven cuando veraneaba en Mallorca...

Quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra... y yo no empezaré la lapidación, puesto que aquí, en el "tolerante" Principado, también pecamos de prejuicios. Inconscientemente, creemos que los catalanes somos más avanzados (social, cultural, económica y políticamente) que, sin ir muy lejos, los andaluces. Constantemente pensamos que solo se dedican a vaguear, a cobrar el paro (o el PER) o irse de romerías y ferias de abriles. Ni tanto ni tan poco, ni calvo ni dos pelucas. Claro queda.

Pero ahora, ¿quién paga el desprestigio de las hortalizas españolas? ¿Debe ser la Unión quien sufrague los perjuicios de los prejuicios alemanes? ¿Podemos obligar a la sociedad alemana a indemnizar a los agricultores? ¿Una sociedad alemana que cree firmemente que ya está pagando el pato de la crisis de los PIGS? ¿Les importa un pepino, el destino de un producto español?


miércoles, 1 de junio de 2011

Lo cortés no quita lo valiente


Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Como ya sabrá el lector, o puede dilucidar de mis otros escritos, el partido de Rosa Díez, UPyD, me produce cierta urticaria. Tras unas siglas grandilocuentes (¡Unión! ¡Progreso! ¡Democracia!) creo ver escondido el fantasma del más casposo reaccionarismo pasado. Como partido joven, su programa electoral está salpicado de propuestas más o menos demagógicas sobre transparencia política y reformas electorales (todos los partidos con una representación escasa defienden estos puntos).

Pero no me asusta su afán renovador de la política, no. Eso lo comparto. Lo que me pone los pelos como escarpias son sus propuestas nacionalistas españolas, encubiertas en falsas soflamas federalistas. Sí, sí, ellos se proclaman federalistas. Pero quieren que Educación vaya a cargo del gobierno central. O dicen que la nación española existe porque así lo quieren los ciudadanos (pero la nación catalana no existe, aunque así lo quieran sus ciudadanos...).


Invitan a soñar en un país español unido y (des)centralizado, en que los funcionarios y los alumnos pueden ir de una punta a otra del estado sin que un idioma u otro le limiten (¿para qué otros, si ya tenemos el castellano?). Son capaces de defender a la vez una defensa de los privilegios forales e insulares, mientras que abogan por suspender el cupo vasco. Y no crea el lector que son nacionalistas, no; quieren cambiar la Constitución para substituir la palabra "nacionalidad" por "comunidad autónoma", pensando que así se acabarán todos los malestares periféricos. Y tampoco penséis, navegantes, que el partido está montado para ir en contra de nadie; se nombra directamente a Cataluña un (ínfimo) total de 11 veces en su programa electoral.

Pero lo cortés no quita lo valiente, y allí donde UPyD ha sacado representación ha supuesto un saludable y novedoso aire fresco, al punto de dejar en evidencia a los partidos tradicionales (tal como cuenta el diario oficial del partido, El Mundo). Buenas noticias para los gobernados, malas para los gobernantes.

Con todo, UPyD tiene dos caras: la primera, PyD (progreso y democracia), es la autora de iniciativas como la anterior, y de otras (mejores) que estos días harán correr sus simpatizantes. La segunda cara, U (unión), es la que horroriza en las periferias hispánicas. La primera cara cae simpática en todos lados, pero la segunda solo lo hace en el Gran Madrid. Por ello, UPyD ha sacado más de 200.000 votos en la comunidad madrileña, mientras que en Catalunya apenas han llegado a los 2.000. Es decir, más del 40% de sus 460.000 votos en Madrid, y apenas un 0,4% en el Principado. No hace falta decir nada más...

Magnánimo en la victoria, orgulloso en la derrota


Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Uno debe ser magnánimo en la victoria y orgulloso en la derrota honrosa. Por eso siempre espero que el vencedor tienda la mano, y el perdedor olvide rencores.

Y me enorgullezco de la magnanimidad de la victoria del Barça en la Champions, con gesto tan aplaudidos como felicitar públicamente al Manchester, o que los capitanes dejen que sea Abidal quien levante el trofeo. Y me agrada ver cómo los red devils elogian el juego culé, y cómo el deporte mundial se rinde ante la calidad de nuestros jugadores.

 
Pero la magnanimidad no se consigue acordándose del rival en los cánticos de celebración (ni por muchos Madrid que se quemen, o por muchos periquitos que vuelen, seremos mejores jugando a fútbol). No se es magnánimo cuando delante de tu afición te acuerdas de afrentas pasadas ("ni nos drogamos, ni nos tiramos..."). No se es magnánimo cuando celebras deprisa y corriendo el título, delante de tu afición, para poder ir a un concierto. No es magnánimo dejar con un palmo de narices a 100.000 persones que llevan tres horas esperando en el Camp Nou.

Pero nadie es perfecto, ni tan solo este Barça.

Por otro lado, cuando uno pierde honrosamente debe mostrar orgullo por el trabajo realizado, por los ideales que defiende o por la manera de entender el qué. Honrosamente derrotado. Aunque declaraciones como las de Iker Casillas ("si el Madrid hubiera llegado a la final, también la habría ganado") nos ponen en la duda: ¿creen ellos que perdieron honrosamente?


Si creen que perdieron honrosamente, merecen ser orgullosos. Si por lo contrario lo dudan, su orgullo se convierte en arrogancia. ¿Hasta Casillas, antaño ejemplo de caballerosidad, ha asimilado los postulados de Mou y compañía?