jueves, 16 de junio de 2011

Recortemos, sí, pero...

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Como amante (infiel) de la democracia que soy, me horroriza ver cómo unos representantes del pueblo elegidos por sufragio son sometidos a vejaciones, insultos, zarandeos e incluso a pedradas. Como auténtico convencido de que la soberanía popular reside (durante un periodo demasiado largo, dicho sea de paso) en el parlamento, me escandaliza ver cómo se bloquea su acceso y deber ser custidiado y protegido por sicópatas violentos las fuerzas del orden.

Pero las protestas son necesarias, aunque fallen en sus formas y yerren en el lugar escogido para llevarlas a cabo.

Como humilde adorador de la lógica y la matemática, admito que estos recortes son inevitables. Si en el año 2010 se recauda menos que en 2009, es normal que el presupuesto del ejercicio siguiente sea inferior: la única manera de no reducir las partidas presupuestarias sería endeudarse. Pero ya estamos demasiado endeudados, y Madrid tampoco ayuda (siempre, ya lo sabemos los catalanes, podemos decir que todo es culpa de Madrit...). O sea, que 3 menos 1 no va a dar 3 ni de coña....

Pero las protestas son necesarias, pues la ciudadanía debe mostrar su rechazo a los recortes en el bienestar colectivo, aunque estos estén bien justificados.

Como semi-entendido en política y, más concretamente, en la distribución de las competencias de cada administración en este nuestro Estado de las Autonomías, sé que son las Comunidades Autónomas quienes más competencias "sociales" gestionan. Por tanto, un recorte en sus presupuestos lleva implícito un recorte en materia social: más del 70% del gasto catalán corresponde a sanidad, educación y servicios sociales.

Pero las protestas son necesarias, porque la indignación (originariamente) no busca culpables, y solo nos sirve como el último escape ante la frustración que nos provocan los acontecimientos.

Como crítico periférico, debo destacar que nos están tomando el pelo, en muchas cosas pero concretamente en una: la deuda de España corresponde, en un 75%, al Gobierno Central. No es justo, ni equitativo, que sean las Autonomías (de momento, solo recorta Catalunya...) quienes paguen el pato de los recortes. Recortemos, sí, pero priorizemos: lo primero que debería recortarse es la barbaridad que se destina a las subvenciones a partidos políticos y sindicatos.

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