jueves, 9 de junio de 2011

Abanderados en el deporte

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Estamos acostumbrados, durante las celebraciones deportivas, a enarbolar banderas patrias como muestra de júbilo y pertinencia a una comunidad ciudadana concreta. Lo hemos visto con las celebraciones culés (inciso: en catalán, la forma correcta de los seguidores del Barça és "culers". Sería justo que la traducción directa al castellano fuera "culeros"...), y este fin de semana pasado lo pudimos ver también en París con Rafael Nadal.

El ser humano pierde raciocinio cuanto más masificado se encuentra: el individuo es listo, pero la masa se aborrega. Por ello, individualmente le daremos una importancia relativa a un trozo de tela, pero colectivamente ese trozo de tela será la prueba del algodón sobre la fidelidad y el compromiso con unos colores determinados.

Durante la resaca de Champions del Barça, muchos "tertulianos" nacionales criticaron, con más o menos intensidad, la nula presencia de banderas españolas entre los jugadores y aficionados. Les extraña, y con razón, que la rojigualda nos sea extraña. Es de comprender, entonces, que desde la Meseta siempre piensen en el Barça como un equipo a medio camino del extranjero. (Si esto fuera Canción de Hielo y Fuego, la relación España-Catalunya sería similar al binomio Stark-Bolton, Lannister-Castamere o Tyrell-Florent).

Por otro lado, sería inconcebible que un jugador culé sacara a pasear una bandera española: la hostilidad inconsciente de las masas se haría patente en seguida, y tardaría anys i panys en repararse su imagen pública. (Este comportamiento no es más que el reverso de la moneda de nuestros hermanos mesetarios: una muestra más de un nacionalismo excluyente. Pero es que el simple hecho de enarbolar una bandera en una victoria deportiva ya se podría considerar como un ejemplo claro de nacionalismo. Por tanto, y viendo que el juego se disputa nacional y nacionalistamente, ¿tonto el último?)

Como la muestra de banderas en las celebraciones es ya una tradición (y por desgracia casi una obligación), éstas acaban ocupando gran parte de las principales fotografías en la prensa. Pero es curioso observar aquellas publicaciones donde hacen más incapié en la bandera y menos en el deportista:


Puede apreciar el lector que en la prensa española, la victoria de Nadal es más o menos rojigualda, según el diario que la muestre. Por un lado, la prensa catalana y vasca, tanto deportiva como generalista (Sport, Mundo Deportivo, La Vanguardia, El Periódico, El Diario Vasco y El Correo) y la prensa española de izquierdas (El País y Público), muestran a Rafa Nadal como protagonista absoluto de la noticia. En cambio, tanto los diarios deportivos españoles (Marca y As) como la prensa conservadora (El Mundo, ABC y La Razón) el protagonismo lo comparten el tenista y la bandera nacional.

Desde una postura (contaminada) nacional, podríamos dilucidar que solo los diarios conservadores expresan esta victoria deportiva como una gesta más de la nación española: se apropian de la hazaña de Nadal para glorificar a la patria, cuando lo único que se glorifica es la cartera del tenista. Por otro lado, los medios progresistas y periféricos muestra la figura del tenista sin vestidos patrióticos, pero ambos colectivos por motivos diferentes. Los medios periféricos no muestran la enseña por ser, como dijimos antes, enseña extraña. Los progresistas, en cambio, la suprimen por un acto de espejismo contrario: si mis oponenetes ideológicos se apropian de la bandera, nosotros la obviaremos, aunque también sea la nuestra.

Esta diferencia tan evidente entre unos medios y otros no hace más que confirmar dos teorías:

1.- La (casi) obligación que tiene un deportista en mostrar una bandera nacional (o, análogamente, los vivas a un país) nos hace pensar que el nacionalismo impregna todos y cada uno de los poros del deporte.
2.- Tanto la presencia como la ausencia de la bandera en la noticia de una victoria deportiva demuestra que, paradójicamente, ambas posturas están afectadas por un aspecto del nacionalismo.

Alguno, por contra, podrá pensar que confundo patriotismo con nacionalismo. Bueno, a mi entender, son términos idénticos: el patriotismo es el nacionalismo consolidado por un estado. De nosotros depende que uno u otro opriman más o menos a las minorías...


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