lunes, 18 de octubre de 2010

La venganza rosellista, o cómo los canapés pasan factura

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Parece que los socios compromisarios, en la Asamblea del Barça, han decidido llevar ante los tribunales a la junta del expresidente Joan Laporta, por la mala gestión de ésta durante todo su mandato, en especial los últimos años (claro, no vaya a salpicar, aunque sea un poquito, al actual Presidente Rosell).

Una acción peligrosa, sin precedentes, eso de llevar a los juzgados a toda una junta (y de paso, la más exitosa deportivamente hablando). Ni tan solo se hizo con Gaspart, y aquello fue mucho peor. Pero ahora, gracias a una junta revanchista, obsesionada con la herencia, acomplejada por el pasado, se ha decidido, manipulación de compromisarios mediante, lavar los trapos sucios en sede judicial. ¡Qué torpes somos, para regodeo mesetario!

Las cuentas que presentó Laporta arrojaban un beneficio, en el último año, de 11 millones de euros, pero (atención!) la Junta de Rosell decide "auditar" las cuentas, retocándolas. Pasamos de 11 millones de beneficio a 80 de pérdida, así, por arte de birlibirloque. Y se hacen aprovar estas nuevas cuentas, como si hubieran sido presentadas por la junta anterior. Esto es como si (a ver si me sale bien el símil) declaras en un juicio como testigo de la defensa. Ante la pregunta "¿Vio usted al asesino?" respondo que sí, pero el abogado de la acusación le dice al juez: "El testigo ha dicho que no". Pues lo mismo con las cuentas.

Pero es que detrás de estos 80 millones de pérdidas, los rosellistas cuentan el último traspaso de Ibrahimovic, los fichajes de los inéditos Keirrison y Henrique, los gastos de cátering en el palco del Camp Nou, o incluso los viajes a Abu Dhabi, pero no se contemplan como ingresos la venta de Touré Yaya, por poner un ejemplo. Vamos, que sin saber mucho de cuentas, a mí me da que esto es como el chocho de la Bernarda. Añado sal, quito azúcar, meto estas facturas, me quedo con estas visas, y tan campantes nos quedamos.

Pero lo peor, como siempre, para el final. Jamás me ha caído bien Sandro Rosell. De hecho, no sólo no me cae bien, sino que no me fío ni un pelo de él. Tiene cara de falsedad, de desconfianza, un posado muy mono para cámara, pero carente de sinceridad. A mí me transmite fullerío, astucia, trigo sucio. Es como una mezcla del Ulises de Homero y el Conde de Montecristo versión brasileña, con cierto acento progre-pijo malévolo. Y que nadie me acuse de laportista, que bien que voté para que tocara el dos, cuando la moción de censura!

Pues me parece de una bajeza enorme, de una falsedad manifiesta, eso de votar en blanco cuando había que decidir si llevar a Laporta a los tribunales. Antes de la votación, va y suelta un speech, con los pros y los contras, y luego se abstiene... como si no fuera con él, como si no tuviera que tener una opinión y una posición ante tal importante decisión, y, óbviamente, como si él, Sandro Rosell, no hubiera llevado nunca a los tribunales a Joan Laporta. Enredando al personal, Sandro consigue que se apruebe lo que él quiere, sin él mojarse más de lo necesario. Sí, quedará muy bien en los libros de Historia del Barça (asignatura opcional en la ESO, me dicen por ahí...), pero quedará bastante peor ante los socios: maquiavélicamente cobarde, escondido ante la voracidad vengativa de su junta, tras un voto en blanco falso.

Y aún un chisme más; dicen que esto no es más que una maniobra política para encharcar las (mínimas) posibilidades de Laporta en las próximas elecciones. Dicen, además, que quien está detrás de Rosell y su junta es... CIU. ¿Propable? Pausible.

Por cierto... pronostico que el juez archivará la causa sin condenar a nadie. Entonces, ¿quién pagará los costes judiciales que le supondrán al Barça haber llevado a Laporta ante los tribunales? ¿No son estos unos gastos innecesarios? ¿Due Diligence para Rosell?

V de vendetta, versión culé.

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