lunes, 7 de febrero de 2011

Primarias en el PSC, o como defenestrar al heredero socialista

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Mala época para ser socialista, y peor aún si se es de Barcelona. Las primarias entre los candidatos Hereu y Tura solamente servirán para evidenciar más aún si cabe la desertización de las ideas socialdemócratas.

Pongámonos en antecedentes, para contemplar la magnitud de la tragedia barcelonesa. En las primeras elecciones de la democracia, la alcaldía la ganó Narcís Serra por el PSC. A mitad de mandato, se fue a Madrid a hacer de Ministro y se la dejó (en herencia) a Pasqual Maragall, del PSC. Éste, después de varias elecciones y unas Olimpiadas, se retiró a mitad de mandato y se mudó a Roma, a preparar su asalto a la Generalitat (supongo que se fue tan lejos para coger más impulso en el salto...). Total, que se dejó de nuevo la alcaldía, cual pisito de Torrevieja, como si fuera de patrimonio; esta vez, el beneficiario fue Joan Clos, del PSC. Pero, otra vez a medio mandato, tomó las de Villadiego hacia el Ministerio de Industria (aunque, mejorando a su imitación en el Polònia, en su toma de posesión juró como ministro de Justicia...), y legó el Consistorio al Hereu. Así durante más de treinta años...

Pero eso es pasado, dirá el lector. Ahora lo que toca son las primarias. Pero, ¿por qué se celebran primarias en Barcelona? Por varias razones, según miremos a los personajes implicados:

- Jordi Hereu: el actual alcalde ha superado en memeces a su precedesor Clos, con tonterías tan gordas como la consulta sobre la Diagonal (ocultando la opción C, que fue la ganó por mayoría), la proliferación de áreas verdes (parkings públicos más caros que los privados por toda la ciudad, cuando su razón era obvia solo en el centro) o el querer celebrar los Juegos Olímpicos de invierno en la ciudad (se ve que Hereu tuvo la idea con las nevadas de marzo de 2010...). Las encuestas le dan como perdedor ante Trias, y no ha sabido retirarse a tiempo (o sea, a mitad de mandato), como los alcaldes precedentes. Su partido le monta unas primarias por la cara, y él, muy digno, se presta a luchar junto con toda la maquinaria electoral socialista de Barcelona. Incluso, ve en las primarias una posibilidad de reforzarse electoralmente de cara a las municipales, con más presencia en los medios y, en definitiva, más tiempo de pre-campaña.

(Inciso: algunos políticos no se han dado cuenta de que cuanto más calladitos, más votos sacaran, en una época de crisis económica y desprestigio político. Miremos el ejemplo de Mas; una campaña calmada, sosegada, sin aspavientos, sin declaraciones a destiempo, como quien pasea por el campo y... ¡pam!, 62 diputados. Hoy nuestros políticos están más guapos en silencio.)

- Montserrat Tura: Exalcaldesa de Mollet, exconsellera de Interior en el primer Tripartito, lo hizo francamente bien. Tan bien, que en el siguiente Tripartito la degradaron a Justicia, más que nada para que no hiciera sombra a Montilla, con un perfil intelectual claramente inferior. Pero ella continuó su labor, y de nuevo lo hizo bien...

(Inciso: Actualmente, hacerlo bien en política es no cagarla. Es triste, pero es la condena que pagamos por tener unos medios de comunicación obsesionados con los titulares llamativos, los sucesos, los agrios enfrentamientos, etcétera. Otro día hablaremos de ello, y de quién es culpa)

... y Montilla la llevó como número dos en las listas electorales, pues así se contentaba al (inexistente) sector catalanista del PSC. Pero, ante la hostia socialista en las elecciones, y el adiós de Montilla, los Capitanes del partido decidieron dar el cargo de portavoz del grupo electoral (o sea, el timón) a Joaquim Nadal y no a Montserrat Tura. Y ésta, ambiciosa ella, pues se veía como jefa de la oposición, se picó y dijo: "¿ah, si? Pues os voy a tocar la moral y voy a optar a la alcaldía de Barcelona".

- Los Capitanes del PSC: Iceta, Zaragoza, y compañía, más su legión de alcaldes del Baix Llobregat y el Vallés, son los que controlan el aparato socialista desde la defenestración de Obiols. Ellos pusieron a Maragall, y luego lo sacaron por revoltoso, y lo cambiaron por Montilla. Estaban muy legitimados, puesto que por primera vez habían logrado el gobierno de la Generalitat, pero con la última debacle, ven su puesto amenazado. Son concientes de que, con un tropezón más, se enfrentarán a una revuelta en sus propias filas, peor que Túnez o Egipto. El cabeza de turco, el sacrificado por (su) bien común es Jordi Hereu.

Saben que Barcelona está casi perdida: la única que puede amortiguar el golpe, e incluso conservar la ciudad, es Montserrat Tura. Pero aún con una derrota socialista, los Capitanes ganarían: arruinan las credenciales políticas de Tura, y con ello, al (inexistente) sector catalanista del PSC. Son alfiles, y el resto, peones.

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