viernes, 11 de marzo de 2011

Multas lingüísticas

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Hoy se ha conocido que durante 2010 la Generalitat multó a 205 establecimientos por no rotular su letreros en catalán, recaudando 185.000 euros. Recordemos que la Ley de Política Lingüística, en su artículo 36, habla de que los letreros de los comercios han de figurar, como mínimo, en catalán.

Algunos (mesetarios y no mesetarios) se escandalizarán al ver que un gobierno impone multas por la lengua utilizada en un establecimiento privado, y acusarán a Catalunya de ser algo parecido (o peor) al régimen nazi, o al régimen de Franco (que para el caso, es lo mismo...), y se inventarán trolas como que las multas son por rotular en castellano (no, no, no es por rotular en castellano, es por no rotular también en catalán... ¿no somos bilingües?) y bla bla bla...

Vamos a ir por partes, porque este tema tiene enjundia.

LEGALIDAD:

Diversos tribunales españoles, tales como el muy conocido Tribunal Supremo, o ese otro tan amigo de lo catalán, el Tribunal Constitucional, han avalado la Ley de Política Lingüística. Quienes desfian tales leyes son, por simple regla de tres, contrarios a los postulados de la Sagrada y Inmaculada Constitución española. Qué gran ironía, que los más españolistas sean inconstitucionales...

PROCESO DE SANCIÓN:

Cuando las instituciones catalanas se percatan de que un comercio no tiene rotulaciones o impresos informativos en catalán, y deciden hacer algo (porque, señores, 205 establecimientos son pocos: en mi calle, ya hay una docena que no están rotulados en catalán...), como decía, las instituciones se personan en el local e informan al dueño que puede ser víctima de una sanción económica. Acto seguido, le informan que puede optar por una subvención para cambiar su letrero y adaptarlo a la ley. Varios meses después, vuelven a personarse en el local, y si no se ha realizado el cambio, o no está en marcha, proceden a multar al establecimiento.

Esto, señores, es la aplicación más laxa de una ley que he visto en mi corta vida. ¿Alguien se imagina este procedimiento contra otra ley vulnerada? ¿Que no te multen al momento, sino que incluso te paguen para que no puedas incumplir la norma? Lo injusto no es la ley en sí, sino el proceso de sanción.

Ante tal evidencia, queda claro que quien vulnera la ley es porque quiere, o porque no le sale de los cojones poner su letrero también en catalán. Pues me parece muy bien que se multe a aquel empresario que tenga una manía, una fobia, un odio tan irracional hacia una lengua que es propia y oficial. Solo recuerdo que por quemar una bandera rojigualda o una foto del Rey te pueden caer varios años de prisión... ¿Y sólo 1.000 euros por odiar una lengua? Me parece barato, qué queréis que os diga...

INCONGRUENCIAS:

Pero aún hay más. ¿Qué pasa con ese dueño que no le da la gana cambiar su letrero por otro, porque le tiene un cariño especial, vete tú a saber...? ¡Nada! Es muy sencillo esquivar la ley: pones una pegatina (¡una pegatina!) en el aparador, en el letrero, donde sea que pueda ser visible desde el exterior, con la misma información, pero en catalán y... ¡tachán! ¡Prueba superada! No te pueden sancionar.

Pero aún hay más. Un señor llamado Pepe monta una panadería, y él, votante de Ciutadans, quiere que su letrero ponga, solamente, "Panadería Pepe". Fácil; solo tiene que registrar el nombre de la empresa como "Panadería Pepe S.L.", y se podrá saltar la ley nuevamente.

Pero, ay, amigos navegantes, no hemos acabado con las incongruencias. Porque se ve que en este país (Catalunya, se entiende) de nazis, de opresores, de discriminadores de todo lo español, las multas lingüísticas no acaban aquí. En Catalunya se multa a los productos que no están etiquetados en castellano. ¿Cómo? ¿En castellano? ¡Vaya nazis que están hechos estos catalanes! Ah..., espera..., un momento... si multan por no estar en castellano, no pasa nada, eso es correcto...


La falacia es denunciar las multas por no rotular en catalán, alegando la defensa de las libertades lingüísticas, para luego apoyar las multas por no etiquetar en castellano.

Porque sí, da la casualidad que en 2010 se multaron a 328 empresas cuyos productos no estaban etiquetados en castellano, ya que existen 120 leyes estatales (!120, señores, 120!) que obligan a utilizar el castellano en los diversos ámbitos comerciales. Y la Generalitat, que tiene competencias en materia lingüística, sanciona de acuerdo a las leyes vigentes. Sin ir más lejos, IKEA se ganó una multa de 8.000 euros por etiquetar en sueco y inglés, pero no en castellano. ¿Dónde están los falsarios de Ciutadans, UPyD y PP denunciando esta falta de libertad, esta imposición lingüística? ¿O es que el problema no es la imposición en sí, sino la lengua impuesta?


CURIOSIDADES:

En Baleares, existe una Ley de Política Lingüística similar, y ya se han procedido a multar a aquellos establecimientos que no rotulan también en catalán.

Da la casualidad que todas las multas en territorio catalán han sido a comercios que sus letreros estaban, únicamente, en castellano. La cantidad de restaurantes chinos, de döner kebab, de colmados... regentados por inmigrantes, que no hablan ni papa de castellano (ni catalán) y, en cambio, todos ellos cumplan la ley. Qué casualidad que los que no la cumplan sean españoles 100%...

¿Sabéis que si os ponen una multa por estacionamiento indebido, y la señal de tráfico está exclusivamente en catalán, podéis recurrir la sanción, y con total seguridad os será retirada la multa, pues por ley deben estar en también en castellano?

OPINIÓN PERSONAL:

A mí, de entrada, prohibir y multar me horroriza. Prefiero más la desgravación fiscal, el incentivo, la subvención... no sé, creo que se gana más con una zanahoria que con un palo. Pero me toca más la moral que, desde muchos sectores, se acuse de fascista una ley catalana, cuando existen centenares de leyes similares en España, y en el resto del mundo. La crítica visceral hacia la Ley de Política Lingüística, dejando de lado otras leyes análogas, solo tiene una explicación: ODIO DISCRIMINATORIO. Porque ya no es incongruencia, ya no es defender la libertad, es simplemente situar una lengua encima de otra, minusvalorar y despreciar la pequeña, la débil, favoreciendo descaradamente la fuerte, con el claro objetivo de aniquilar y asimilar culturalmente a una minoría dentro de un estado. Es injusto e inmoral. Me causa pena y rabia. Y lo peor es que la única manera de poner al catalán y al castellano en las mismas condiciones, cara a cara, de igual a igual, es tener un estado detrás que defienda al catalán. O independencia, o asimilación. Es cuestión de tiempo. Y de huevos.

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