miércoles, 19 de octubre de 2011

Puro politiqueo

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),


Ayer mismo, en el programa El Convidat de Albert Om, entrevistaron a Gerard Quintana, músico y líder de la banda catalana Sopa de Cabra. Para aquel que pudo ver el programa, tal vez le chocó que Gerard, hombre catalanoparlante y exponente de la música rock catalana, hablase con sus hijos en castellano. Si, como yo, decidisteis mirar otra cosa, quizás os hayáis enterado de tal hecho en los diarios digitales o en el twitter, donde el hashtag #yerardquintana hizo cierto furor.

Pues bien, parece que todas las sociedades cuentan con talibanes intransigentes, y Catalunya no es la excepción; miles de twitters criticando que el músico les hablase a sus hijos en el idioma de Cervantes. Se equivocan quienes pretenden imponer un idioma, y más si esta imposición se intenta realizar en la más estricta intimidad de una familia. Esto no es sino el reverso de lo que en épocas pretéritas se hacía en Catalunya. ¿Queremos convertir nuestra sociedad en algo menos que una dictadura franquista?

Por supuesto, y aunque tal hecho pueda causar sorpresa, se debe aceptar con la naturalidad que se haría si, en vez de elegir el castellano como lengua de comunicación con su familia, eligiese lenguas tan chics como la inglesa o francesa. Nadie se quejaría tanto, ni habría tanto ruido mediático. Esto solo sirve para demostrar que, aquí en Catalunya, existe el mismo recelo, el mismo odio o la misma cerrazón hacia el castellano que la que se demuestra diariamente en España hacia el catalán (valgan las quejas de varios medios en que fuera Pa Negre la película que representara a España en los Oscars…)

Que Gerard hable lo que quiera con sus hijos. Cada uno debería ser libre de hablar en su casa lo que le salga de las mismísimas laringes. Porque, criticando a Gerard Quintana, un catalán se sitúa al mismo nivel que un español intereconomizado.

Pero como me gusta repartir estopa a todo lo que se mueve, Gerard Quintana se equivoca en una cosa. En declaraciones posteriores, el músico decía, literalmente: “No pienso imponer que hablen una lengua”. Aquí yerra, en el concepto y en la forma. En la forma, porque da a entender que quienes hablan en catalán con sus hijos les están imponiendo el catalán. En el concepto, porque es él quien, eligiendo fríamente una lengua y no otra, está imponiendo una lengua a sus hijos que, según declara, no le es del todo propia.

En el fondo, la lengua con la que hables con tus hijos no debe ser una lengua impuesta o ajena a tu cultura. Debe ser, sin ningún tipo de dudas, aquella que te salga del corazón, de la estima, del amor. Aunque suene cursi. Lo demás, es decir, el simple y frío acto de elegir una lengua en cuestión para hablar con tus hijos, es puro pijerío o politiqueo. 


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