martes, 7 de diciembre de 2010

Moscas a cañonazos

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Llevo unos cuantos días bastante ausente de la actualidad. Tal vez ha sido por el exceso de las elecciones, que incluso agota a nuestra curiosidad de saber, o tal vez sea por el puente de la Purísima Constitución (creo que esta nomenclatura hará las delicias de la meseta), que quien no esquía, descansa. Por estas razones, y sobre todo porque no me he visto afectado, han motivado que todo el follón de los controladores aéreos me haya resbalado como si fuera de teflón.

Sin embargo, pues siempre hay un sin embargo, me ha sorprendido la simplicidad y la rapidez en que el Gobierno ha declarado el estado de alerta por primera vez en democracia. No entraré en lo bien que les ha venido una situación como esta, cómo han convertido el problema aéreo en velo, en cortina de humo, ante los últimos ajustes económicos exigidos desde Bruselas (navegantes, cada vez España pinta menos en España. Si en Bruselas un Comisario cualquiera (español, para más inri) insinúa que España no cumplirá con los objetivos de reducción de déficit, significa que ha habido una llamada previa de Merkel o Sarkozy a Zapatero para que se ponga las pilas).

Como decía, la facilidad con que el Gobierno ha anulado temporalmente derechos fundamentales del individuo ha sido pasmosa. Ni una voz crítica, pues ha cundido la impresión de que era una medida necesaria para obligar a un sector díscolo a volver al redil. Interesantemente inquietante, tanto el mutismo de la sociedad, como la complicidad de los medios. ¿Qué pasaría, haciendo política ficción, si una comunidad autónoma se saliera de la ruta trazada y comenzara a hacer sus propios planes? ¿El Gobierno podría, como ha hecho ahora, derogar momentáneamente los derechos civiles? ¿Nadie, en franco alarde de espíritu democrático, se opondría?

 


Estado de alarma:

- Limita la circulación o permanencia de personas o vehículos en horas y lugares determinados, o las condiciona al cumplimiento de ciertos requisitos.
- Practicar requisas temporales de todo tipo de bienes e imponer prestaciones personales obligatorias.
- Intervenir y ocupar transitoriamente industrias, fábricas, talleres, explotaciones o locales de cualquier naturaleza, con excepción de domicilios privados, dando cuenta de ello a los Ministerios interesados.
- Limitar o racionar el uso de servicios o el consumo de artículos de primera necesidad.
- Impartir las órdenes necesarias para asegurar el abastecimiento de los mercados y el funcionamiento de los servicios y de los centros de producción afectados.

Aunque todos los paisanos hemos visto cómo, con el estado de alarma, todo ha vuelto a la normalidad, deberíamos preguntarnos un par de cosas: ¿Cómo y por qué ha llegado este asunto tan lejos, hasta el punto de instaurar el estado de alarma por primera vez? ¿Hemos matado moscas a cañonazos? ¿Nos es igual que se supriman nuestros derechos en pos de nuestra seguridad? Ojo, que el debate es más profundo de lo que parece.


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