miércoles, 14 de julio de 2010

Fractura Social

Hola lector(es),

Otro día escribiré la presentación. Hoy no.

Hoy hace cuatro días de la manifestación multitudinaria celebrada en Barcelona, en contra de la sentencia del Tribunal Constitucional.

Hoy hace tres días de la victoria de la selección española en el Mundial de fútbol.

Entre el sábado (mani) y el domingo (fútbol) se produjo, sin que se notaran sus efectos sísmicos, la fractura social en la(s) sociedad(es) catalana(s). Ya no podemos hablar, si alguna vez pudimos, de una sola sociedad catalana, de una sola voz, de una sola voluntad.

El sábado se unió la costra nacionalista, los soberanistas, los indepes y catalufos, los de la ceba, los autonomistas, los catalanistas... bajo un (consabido) lema unitario. Jamás se vieron en las calles de la Ciudad Condal (qué bonito eufemismo!) tantas estaladas ni tantas proclamas pro-independencia. Jamás se pensó que ibamos a ser tanta gente, y a la vez tan dispar y diversa.

La consecuencia de la manifestación, que algunos tildaron de éxito exclusivo del independentismo, es que se radicalizó el pensamiento; quien era autonomista, pasó a catalanista. Quien era catalanista, pasó a federalista. De federalista a sobiranista. Y de sobiranista a independentista. Todo Dios avanzó un nivel, como si las ideas políticas fueran un juego de rol.

El domingo se unieron los españolistas, los "catalán-pero-español", los fascistas, los franquistas, los nostálgicos, los "yo-voy-con-los-jugadores-del-barça"... bajo una bandera rojigualda (alguna minoría la adornaba con una ave rapaz). Jamás se vieron en la capital catalana (otro eufemismo más!) tantas banderas españolas ni tantos cánticos de orgullo patrio. Jamás llegué a pensar que vería Barcelona como la más española de las ciudades periféricas.
La consecuencia de la celebración, que pocos osan compararla con otras celebraciones deportivas (champions y sucedanios), es que el sentimiento español en Catalunya salió, por fin, del armario. Que no nos ciegue la ideología; este sentimiento existe, es real, es presente, y, por fin, se liberó. Tenía que salir tarde o temprano de su reclusión. Y qué mejor ocasión que algo tan "inocente" como la victoria de la selección de fútbol.
Objetivizemos, si podemos, el hecho de colgar una bandera en tu balcón: ¿alguien duda que colgar una bandera española en Catalunya no pueda ser considerada una provocación? ¿No es una declaración de intenciones? Y con la senyeras, ¿visteis que, si en un bloque de vecinos había una rojigualda, automáticamente aparecían senyeras a su alrededor? ¿No es una lucha a pequeña escala (aquí el retruécano es mejor en catalán...) entre españolismo y catalanismo? ¿No es un (pequeño) indicador de que se ha producido una fractura social en nuestra sociedad? ¿No habéis notado que hoy por hoy la gente se expresa sin complejos sobre uno u otro lado?
Anteayer lunes, estuvimos mirando con un amigo sus contactos en su Facebook. De los trescientos y pico conocidos, una cantidad sorprendentemene alta cambió su foto de perfil por algún tipo de enseña partidaria; una rojigualda, una estelada, un lema, una foto de celebración de la victoria de España, una senyera... Incidamos brevemente; la fotografía del perfil en una red social es el primer indicador/definidor de la personalidad, sentimiento o visión del propietario del mismo. Que decidas cambiar tu foto principal por algo partidista no deja de estar motivado por algo...

¿Y los (mal llamados) moderados? ¿Existen aún? Existen, sí, y tal vez continúan siendo mayoría (relativa). Pero cada vez son menos, y por una razón; en la fractura, debes inclinarte hacia un lado, porque sino, caes irremediablemente en el abismo de la fisura. Es injusto y descorazonador, por supuesto, pero es inevitable.

Hablaremos más adelante, conforme las aguas vuelvan a su cauce o inunden de una vez las tranquilas orillas de la sociedad que nos ha tocado vivir.

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