lunes, 19 de julio de 2010

Guerra de Banderas (Fractura social II)

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Una semana después del cataclismo sísmico en la sociedad catalana, la fractura social no sólo se mantiene, sino que se ensancha irremediablemente. Prosiguen (repito, una semana después) las banderas colgadas de los balcones, y si vislumbra más claramente la proporción de los diferentes tipos de enseñas.

La cosa está dividida (fracturada, mejor): un tercio (o menos) de las banderas son rojigualdas (constitucionales o, como mucho, con el toro de Osborne en medio de las franjas), otro tercio son senyeres, y el tercio restante corresponden a estelades (con fondo azul, con fondo amarillo, incluso con fondo verde!... aún estoy intrigado con su significado...).

Newton (pre)dijo que por cada acción existe una reacción de igual fuerza y de sentido contrario. Con las banderas sucede algo similar; si un vecino cuelga su rojigualda, automaticamente algún vecino de arriba, abajo, izquierda, derecha o enfrente cuelga su senyera o estelada. Y aún siguen, después de más de siete días. Y seguiran, predigo yo, hasta el primer día que llueva (¿qué patriota sería aquel que cuelga la bandera en su balcón y deja que se moje? Aunque el catalán tendría más excusa, porque aprovecha que llueve para lavar la bandera y ahorrarse una lavadora...)

La proporción, como he indicado, es de un tercio español y dos tercios catalán. Y son parecidas a las cifras arrojadas por un ecuesta realizada después de la final del mundial (y por ende, después de la mani), publicada este domingo en La Vanguardia (un diario que tampoco es que sea indepe, más que nada porque su dueño se llama Javier y es noble de España...). En ésta se indica que el 47% de los encuestados aboga por la independencia, mientras que (sólo) un 36% se muestra contrario.

Es la primera vez que en La Vanguardia se publica una encuesta donde se da mayoría a los indepes. Hace unos meses, recuerdo que una encuesta publicada por El Periódico y hecha por la UOC daba porcentajes similares (51% a favor, 33% en contra), aunque me parecieron utópicos. Hoy, sin embargo, doy bastante credibilidad a esa encuesta: se puede apreciar en el ambiente que el independentismo crece sin precedentes.

La cuestión es si el independentismo será capaz de articularse en un solo movimiento, una sola voz, de cara a los cercanos comicios autonómicos. Históricamente, los indepes se englobaban en ERC, pero después de las consultas en los municipios catalanes, los dirigentes de Esquerra se percatan que la ciudadanía indepe ha sobrepasado a su partido. No son líderes de nada, lejos estan de ser el partido que consiguió 8 diputados en el Parlamento Español (pasaron de 1 a 8!!), no se sabe si prefieren mandar, socializar o independizar Catalunya. Lo único que saben es que ya no son referentes del independentismo. ¿Pero hay hoy un referente independentista? ¿Carretero? ¿Laporta? ¿Mohamed Jordi?

¿Y la mayoría silenciosa, dónde está? La mayoría silenciosa calla, se diluye, desaparece en la fisura provocada por los extremos y los extremistas. La mayoría es, a día de hoy, una simple minoría. Y la democracia pisotea a las minorías. Así de simple.

La fractura social pasa factura (no lo he podido evitar...). La clave es quién pagará la factura. Yo, desde luego, hago antes un simpa.

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