martes, 24 de agosto de 2010

Así, no

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

A nadie se le escapa, si es que nadie me conoce, que simpatizo con las ideas independentistas. Además, creo en el derecho de autodeterminación de los pueblos (que es parecido a lo anterior, pero no es lo mismo), como antaño creía cualquier demócrata. Por eso, nadie me podrá acusar de reaccionario cuando lea lo que escribiré. (Sé que no es del todo elegante comenzar justificándose... excusatio non petita...)

Este fin de semana, aprovechando la fiestas de Gràcia, ciertos colectivos intentaron homenajear a la colaboradora de ETA Laia Riera (Por cierto, señores periodistas de la Capital del Reino; la señorita Riera no es una etarra, era una colaboradora. Porque no es lo mismo "pertenencia a banda armada" que "colaboración con banda armada"; son dos delitos diferentes. Que tenga que venir un ingeniero a dar lecciones a los periodistas es ridículo y vergonzoso, tanto para quien da las lecciones como para quien las recibe. Aunque el matiz no sea de brocha gorda, la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero)

Me causa un profundo malestar que haya colectivos, muy significados con la independencia de Cataluña, que honren a una traidora. Sí, ha(n) leído bien: una traidora. Esa señorita, catalana de pro, dio la información necesaria para que otro catalán fuera vil y cobardemente asesinado por la banda terrorista ETA. Me avergüenzo de que mi pueblo, o parte de él, se enorgullezca de tal hecho.

Ese acto fue legal, moral y lícitamente prohibido por la Audiencia Nacional. Ya el simple hecho de plantear tal homenaje, aún sin haber prohibición por parte de la justicia, me parece de una bajeza moral impresionante. No cuadra amar a un país y defender a quienes asesinan a sus gentes. Voten lo que voten, y piensen lo que piensen.

Jamás creeré que una idea vale más que una vida. Jamás justificaré una lucha armada, incluso la defensa propia hace estremecerse todos mis pilares éticos. ¡El fin no justifica los medios, Maquiavelo! Y menos si el fin, como el que persiguen los etarras, se ha desvirtuado tanto que no queda rastro de ideología, puesto que ahora, quienes comandan (si es que alguien comanda) ETA son una panda de yonkis sicópatas, unos ni-nis sedientos de Diós sabe qué ansias, una monstruosa caricatura de lo que los auténticos luchadores por los derechos civiles colectivos fueron y representaron en los siglos pasados. Y me resulta inquietante que haya ni uno sólo de mis compatriotas que pueda ayudar en lo más mínimo a esa banda(da) de criminales.

Así no se construye el futuro. Así no se gana el respesto. Así no se convence a la gente. Así no se consigue nada. Así, no.

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