lunes, 30 de agosto de 2010

Considerandos...

Hola Lector(es) y/o Lectora(s)

Como cualquier hijo de vecino, uno se equivoca. Errar es de humanos, rectificar el error es de cobardes, y asumir el error es de valientes (los sabios no rectifican mucho, a pesar del dicho). Yo seré, pues, un cobarde, que sólo rectificaré.

Laura Riera fue absuelta del asesinato del edil popular de Viladecavalls Francisco Cano, tal como publicó en su día La Vanguardia. Y tal como afirma la noticia, durante el juicio, la acusada confesó que había mirado la matrícula del coche del concejal en la base de datos de su trabajo, pero que esta consulta se hizo dos meses después de que los etarras tuvieran ese dato en su poder, fruto de un seguimiento al edil.

Durante el juicio, el autor material del asesinato declaró que, para un etarra, que goza de 24 horas al día para planear un asesinato, sería ridículo pedir ayuda a colaboradores para labores de investigación y seguimiento. Es de una lógica aplastante (aun viniendo de un etarra...)

Fruto de este error, que no deja de demostrar que todos estamos (demasiado) influenciados y manipulados por la prensa imperante, he surfeado (con marea baja y mar en calma, que tampoco me va la vida en ello) por la red, y me he encontrado con que la tal Laura Riera denunció en su día haber sido sometida a torturas por parte de la Guardia Civil.

No es que le otorgue credibilidad ante tal hecho, pero sí que es verdad que, en plena democracia, los cuerpos de seguridad del estado no han tenido actuaciones del todo impecables, como demuestra una noticia en la Vanguardia y, casualidades de la vida, en la misma página que la anterior. A alguien le sonará (a mí, sí, pero no tiene mucho mérito...) la represión dirigida por el super-juez Garzón, azote populista de causas populares (o viceversa, azote popular de causas populistas), contra el movimiento independentista catalán cuando las Olimpiadas de L'Hospitalet del 92 (algunos dirán que fue en Barcelona... confunden sede con subsede... no pasa nada... les perdonamos)

Dicho esto, y aquello, que cada cual saque sus propias conclusiones, que, en el fondo, es lo único que podemos (si nos dejan) hacer.

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