viernes, 27 de agosto de 2010

El atolladero afgano

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Recuerdo vivamente, en 1996, cuando los talibán derrocaron al gobierno afgano e instauraron la charia en el país. Lo recuerdo porque ya en esa época era sensible a los derechos civiles y me entristeció sobremanera que un país cayera bajo el yugo de la intolerancia religiosa.

Recuerdo que, al poco tiempo, Afganistán pasó de cultivar el 90% de todo el opio del mundo a tan sólo el 10%. Pensé que, visto lo visto, algo bueno debían de tener los talibán. Recuerdo también que, en el norte del país, se fraguó una alianza (la Alianza del Norte) entre los opositores a los talibán; señores de la guerra, restos del gobierno legítimo, islamistas moderados, tribus y etnias no mayoritarias, etc. Su líder, antiguo jefe militar afgano cuando la invasión soviética, era el General Massoud. Él era el pegamento de la alianza y la esperanza anti-talibán.

El 9 de septiembre de 2001 Massoud fue asesinado por agentes talibán. Recuerdo que pensé que, finalmente, los talibán se impondrían en todo el país... Y llegó, dos días después, el 11-S.

Este octubre hará nueve años que el mundo occidental, con los Estados Unidos a la cabeza, invadió y ocupó Afganistán. Si vemos las fechas, EEUU tardó menos de un mes en organizar una invasión de todo un país, incluso en estado nacional de shock y consternación (extrañamente rápido, por cierto). Se derrotó a los talibán, se instauró un gobierno pseudo-democrático y se hizo una nueva constitución (islámica, por supuesto; la diferencia con la charia es bastante mínima, que conste), pero Bin Laden (el objetivo de la guerra; la segunda vez en la historia en declararse una guerra por una sola persona, después de Helena de Troya...), Bin Laden, decía, se escapó. Y el opio se volvió a cultivar.

Quise creer que esa guerra era justa. Claro, cómo pensar lo contrario, cuando todo el mundo (ONU y Liga Árabe incluida!!) estaba de acuerdo. Hoy, nueve años después y miles de cadáveres en el camino, ya no tengo esa convicción. Ya no creo que la causa se justa (si es que "guerra" y "justicia" no son paradójicas). Estamos imponiendo un sistema, una sociedad, a un pueblo que, irremediablemente, quiere ser otra cosa. Ni los buenos gestos, los actos solidarios, las ayudas billonarias de reconstrucción harán cambiar la imagen que tienen los afganos sobre las fuerzas de ocupación: son infieles ocupadores, imagen de la pecaminosa sociedad occidental y impositores por la fuerza de las armas de un gobierno no representativo de la afganidad.

El mundo occidental se retirará, previsiblemente, en 2011, con el rabo entre las piernas, dejando un gobierno corrupto e inestable, con la población más radicalizada que hace nueve años, y que, de bien seguro, derrocarán a sus gobernantes para volver a talibanizar el país.

¿Qué hacer con Afganistán y su gente? Sinceramente, y aunque sea cobarde, debemos dejarlos a su aire, a su suerte, abandonarlos a esa tiranía sangrienta que vendrá después de la retirada. Dejar que maten a los disidentes, que ejecuten a las mujeres descubiertas o educadas, que destruyan efigies milenarias y templos de otras confesiones, que instauren un régimen de terror e intolerancia.

¿Y el mundo occidental, qué debe hacer? Si el futuro gobierno talibán se queda en su casa y no mete las narices más allá de sus fronteras, que Occidente cierre los ojos a la barbarie y centre su vista en otros menesteres. Si los talibán vuelven a ayudar a los grupos terroristas islámicos, que Occidente haga la vista gorda, como hace con Pakistán, Arabia Saudí, Yemen, Omán, Irán...

Hoy sólo queda una solución: que Afganistán se cierre al mundo, y que el mundo se cierre a Afganistán.

Otra página negra en la historia de la humanidad no la hará más oscura de lo que ya es.

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