lunes, 27 de septiembre de 2010

Vaga(ncia) general

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Faltan apenas dos días para la huelga general (se me permitirá que el título de este post use la forma catalanizada), y cada día piensa más en el batacazo que se darán los convocantes de la misma, cuando vean que tampoco serán tantos los que se quedarán en casa.

Mi alergia hacia los sindicatos, a los que considero unos organismos caducos, viejunos, rígidos y opacos, me hace mirar con recelo, entre bruma y estornudo, cualquier acción que estos trabajadores privilegiados propongan. Siempre he creído que son los más listos de la plantilla, estos pillines: puesto de trabajo fijo, sin posibilidad de despido, 20 horas o más libres al mes (pagadas por la empresa, claro está) para gestionar las "cosas sindicales", promotores de huelgas y subversión contra el capital, repartidores de carnet de "buen compañero trabajador", y, de tanto en tanto, piqueteros que azuzan (y azotan, si procede) al esquirol.

Esta vez, empero, ya han tocado fondo. En la espiral social de descrédito a todo aquello que huela a poder o política (partidos políticos, justicia, policia, multinacionales), ellos, los sindicatos, los hijos de Marx (bastardos, a su pesar), no iban a ser menos. Su credibilidad está por los subsuelos.

Durante dos años de crisis (o más), los pillines no han dicho ni esa boca es mía. No hubo huelgas por la quiebra de bancos, ni por las subidas de las hipotecas, ni por los recortes (del sueldo de los funcionarios, o del TC sobre el Estatut, que bien merecía algo más que una manifa...). Es que, claro, a ver quien es el guapo sindicato (de izquierdas) que le monta una huelga a un PSOE (de izquierdas, pero no tanto) en la Moncloa. Si mandara el PP, ocho huelgas hubieran caído, a estas alturas...

Bueno, pues la cosa empieza hace unos meses, cuando el gobierno títere de Zapatero (quien mueve los hilos es la UE, en cuestión de economina) les cuenta, a sindicatos y empresarios, que tienen una fecha límite para pactar una reforma laboral, porque Europa está intranquila. Ambos hablan, discuten, se dicen el nom del porc el uno al otro, hasta que llega la fecha. Y el gobierno decide, sin el apoyo de sindicatos ni patronal, aprobar una reforma laboral calcadita a la que se aplica en la gran mayoría de países europeos.

¿Qué hacen los sindicatos? Convocan una huelga para tres meses después de aprobarse la reforma. Un pelín tarde, pensará alguno. La verdad que es para hacer algo, la convocan por convocar... No tienen claro contra qué o quién protestan. Los vídeos promocionales de la huelga (ojo!, que tienen que hacer promoción! 2x1 o chupitos gratis!) cargan contra los empresarios (que consideran la reforma laboral un poco blandengue, porque cada uno barre pa'dentro) y... contra el PP! Que, digo yo, tampoco son unos santos, pero es que aquí, ni pinchan ni cortan.

Pero aún es peor al ver los motivos que indican los sindicatos en su web, hacen un matxembrat de lo lindo: que si tenemos que subir los impuestos (IVA incluido, tomen nota!) en vez de recortar el gasto (es como si voy muy justo con mi sueldo: ¿qué hago? ¿Me quedo sin caprichos o le exijo un aumento de sueldo a mi jefe?), que si las pensiones no se tocan, que si los empresarios tienen mucho poder, que no a los recortes sociales (el cheque bebé, entre otros)... ¿Y de la reforma laboral no hablan? Sí, aunque poco. ¿Y aportan soluciones a la crisis? Lo típico; que el capital es malo, los mercados financieros son el coco, que viva Lenin y tal. Lo mismo que en el siglo XIX.

Pero, bueno, ¿qué esperamos de una huelga desfasada, que protesta contra algo que ya está aprobado y en aplicación? Yo pensaba que las huelgas eran medidas de presión en mitad de negociaciones... pues va a ser que no.

¡Propongo una huelga para que el Imperio Austro-Húngaro recupere sus fronteras! (siempre me hizo gracia, mira tú por dónde...) Y, ojo de quien vaya a trabajar, que voy a hacer de piquete, ¡y estoy mu loco!

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