jueves, 2 de septiembre de 2010

El dominador impone, o sé lo que hicisteis... los últimos 500 años

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Voy a intentar ser lo más objectivo posible (tarea, ya lo avanzo, sumamente titánica) al comentar el vídeo que enlazaré. Se titula "La llengua d'un poble esclau". Me ha llegado al correo de la mano de un muy buen amigo.

Abre el vídeo con unas frases, muy cuestionadas en su momento, del Rey Juan Carlos I sobre que "nunca fue el castellano lengua de imposición sino de encuentro". Hombre, ya de entrada, cualquiera con dos dedos de frente y unas mínimas nociones de (su propia) historia sabrá que, a pesar del deseo de Su Majestad, no es cierto. Y no porque esta lengua sea la castellana, precisamente; pasa con todas (incluso la catalana), pues la imposición de la lengua del vencedor (o colonizador) ha sido la tónica desde que el hombre es hombre. Disculpada, pues, la lengua en sí, e incluso a sus hablantes. Pero negar la evidencia es una mezcla de inocente ignorancia y de perversa manipulación, a partes desiguales, claro está. Es que no es cuestión de política, es cuestión de gramática... 

Entonces se suceden una serie cronológica de hechos, dichos y actos en los que se cuestiona la aseveración real (de rey, no de realidad, que conste), y centrados, principalmente, en Cataluña y aledaños. Por suerte, esta etapa intransigente de nuestra historia está prácticamente superada; en España ya no se impone el castellano, al menos no tan claramente como antaño, pero...

Aún queda, como se ha comentado alguna vez en este blog, cierto resquemor entre ambas lenguas (cierta fractura social, si se me permite), cierto roce que, aunque geográficamente lógico, no lo debiera ser en lo político. Ni se nos puede acusar a los catalanes de prohibir el castellano (alguna ley de comercio se tendría que retocar... ya hablaremos de ella...) ni se puede cuestionar nuestro modelo de normalización lingüística (que, a mí, eso de normalización me suena a regímenes nazis, qué quieren que les diga...). Ni tampoco nosotros, en pleno siglo XXI, podemos ver a la lengua castellana como una amenaza, como un idioma impositor y, por lo tanto, repudiable. Aun visionando cien veces el vídeo en cuestión...

El vídeo tiene momentos estremecedores (minuto 2:20, unas tijeras cortando una lengua... es demasiado vivo y vivido para mi sensible sensibilidad), y otros que, si fuera objetivo, me orinaría de risa de lo ridículo que son (prohibición de epitafios en catalán, prohibición de hablar por teléfono en catalán... ¿cómo podían controlar lo del teléfono? ¿la señora operadora hacía de espía y cortaba la comunicación si no entendía ni papa?). Pero lo que nos muestra el vídeo es ese afán uniformizador de la cultura poderosa contra la débil. Podríamos substituir "español" por "americano", "castellano" por "inglés" y "catalán" por "sioux", y el discurso continuaría siendo coherente.

La última palabra del vídeo ("socialisme") me sobra; los creadores del documento no se han fijado que un partido socialista como el PSOE, desde sus orígenes (cuando el ideal era más puro, no viciado con el poder), defendía tesis... como decirlo... fascistoides, con respecto a la tolerancia idiomática. No lo digo yo; lo dice su vídeo.

Todo es me trae a la memoria una entrevista que le hicieron a un directivo de ColaCao hace unos años. Explicaba una anécdocta con una cliente enojada que llamó al servicio de atención de la compañía. Esta mujer se quejaba de que, estando en España, en los potes de Colacao hubiese los ingredientes en castellano y... ¡en catalán!. Que era vergonzoso, que no podía ser, que vaya falta de respeto... El teleoperador le contestó que no, mujer, que no era catalán, que era portugués. Y la señora le dijo que, en ese caso, no pasaba nada, que muchas gracias, y que adiós muy buenas.

Vivimos en un bosque de tontos. Plurilingüe, eso sí.

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