martes, 16 de noviembre de 2010

De partidos, o quién es quién: PSC

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

Continuemos con los (re)partidos políticos, ahora el turno para el PSC.

Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC): Auténticos gobernantes del país, pues suyos son las diputaciones y los ayuntamientos, los consejos comarcales, el Conselh Generau dera Val d'Aran, las cajas de ahorro, las asociaciones de vecinos, los policias y urbanos, algunos jueces, un par de Colles Castelleres y la Cobla Sardanística "Amics de la Rosa"... es decir, lo más importante de Catalunya, vamos.

Aunque en estas elecciones se anuncian como garantía de progreso, me da a mí que, más que nada, el país, con su gobierno, está de regreso. Jamás un partido en el gobierno tuvo que jugar en campo tan adverso, y además, siendo todo suyo. Jamás un gobierno pudo vender tan poco su labor en la legislatura.

El PSC comenzó a perder el norte cuando el Tripartito 1.0; asumiendo unos postulados catalanistas que le son impropios, pensaron que serían capaces de disputar el voto a CiU en campo ajeno, pero no vieron que lo único que harían sería perder a sus fieles españolistas, votantes auténticos del PSOE, y hacedores de mayorías en España. Vendieron su alma española al mejor postor catalán, pero nadie les compró la idea.

A su pesar, Montilla hizo gala de sus "àdhucs" y logró formar la segunda versión del ménage à trois izquierdista, entregando la manzana envenenada de Interior a ICV, y soplando en las soflamas identitarias de ERC, con Cultura y Governació. Mientras, el PSC se encargaría de lo "importante", es decir, los dineros, para así poder presumir de obra de gobierno y de buena gestión cuando viniesen las elecciones. Así como el primer Tripartito se urdió para ir a la contra de un gobierno Aznar, el segundo se hizo para beber los vientos del gobierno amigo español, desarrollar el Estatut, y mecerse en las olas de la bonaza económica.

Pero, pobre Monti, le llegó la crisis, y las conselleries más afectadas fueron las suyas. Y ahí cabó su tumba (política, no vayamos a pensar mal), por mucho Iceta o Zaragoza que haya. Y no sirve la excusa de que, si las cosas no han ido bien, es por culpa de sus socios de gobierno, que no le dejaban desarrolar el programa (¡Mama, que no me dejan jugar a pelota...! dicen que se oye por los pasillos del Parlament).

Conclusión: Montilla espera que la derrota sea lo menos dura posible, y mientras, Corbacho y Tura se frotan las manos. A Rey muerto...

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