jueves, 11 de noviembre de 2010

La guerra sucia de Felipe

Hola Lector(es) y/o Lectora(s),

En una entrevista al expresidente (nótese que ya cumplimos con las nuevas normas ortográficas de la RAE, que obligarán a juntar el prefijo ex con la palabra a continuación, siempre que solo sea una palabra y no dos. Y nótese también que ya no se acentúa el adverbio solo, aunque haya posibilidad de equívocos), repito, en una entrevista con Felipe González, este (ahora tampoco se deben acentuar los pronombres demostrativos) ha declarado que tuvo la oportunidad de hacer "volar" a la cúpula de ETA, reunida en cuórum (también respetamos la nueva norma ortográfica, que recomienda "cuórum" o "cuásar", en vez de quórum o quásar).

Si la RAE nos deja (de tocar las campanillas), continuaremos explicando estas declaraciones del que fue durante 14 años Presidente del Gobierno. A mi entender, hay dos puntos a comentar largamente:

El primero es que admite que tuvo la posibilidad de matar a toda la cúpula de ETA. Es esta afirmación (o fanfarronada) una aceptación velada de que conocía la mal llamada "guerra sucia" o "terrorismo de estado" (pues podría llamarse "asesinatos extrajudiciales") que algunos de los cuerpos de seguridad del estado (o sea, la poli) dirigieron para asesinar a miembros de ETA. Los GAL, grupo paramilitar compuesto por policías y guardias civiles, activo durante la década de los 80, fue el encargada de llevar a cabo la "guerra sucia", matando a 27 personas e hiriendo a decenas más, muchas de ellas sin ninguna relación con ETA.

Como no podía ser de otra manera en este nuestro estado panderetillero español, los GAL fueron una panda de chapuzas, que secuestraron a un tío cualquiera, entre otras lindeces, confundiéndolo con un etarra. Y finalmente se descubrió el pastel (que los GAL recibían apoyo declarado del Estado), gracias a una investigación culminada por el diario "El Mundo" (tal vez la mayor contribución que hicieron los mass media por preservar y proteger la legalidad democrática... quién te ha visto y quién te ve...). Fue la principal causa (corruptelas varias a parte) de la retirada del apoyo de CiU al PSOE en el Congreso, y de la convocatoria de elecciones anticipadas de 1996, poniendo fin al último gobierno socialista del siglo XX.

En esa época, y en juicios posteriores, Felipe González negó por activa, por pasiva y por reflexiva, que conociera la existencia de los GAL, de la "guerra sucia" o de cualquier acto de la misma índole. Pero ahora, casi 15 años después, el expresidente se desmiente a sí mismo. ¿Se abrirá de nuevo el juicio? ¿Alguien se atrevirá a cargarse ahora a la cúpula socialista de entonces, o nos conformamos con que los cabezas de turco cumplan sus condenas?

El otro punto que me ha llamado la atención es que González aún duda de si hizo bien o no en engarse a matar de un solo golpe a los gerifaltes etarras. Cabe recordar que, según nuestra legalidad (en concordancia europea), tanto la pena de muerte como las sentencias sin procesos judiciales previos están prohibidas. Bueno, esto nos lo saltaríamos a la torera si se declarase el estado de guerra, en el cual sí existiría pena de muerte y los juicios serían segín el código militar. Es decir, tenemos unas normas básica, pero las respetamos cuando nos convienen. Pues con la "guerra sucia", ¿podría llegar a pasar lo mismo?

Por poner un ejemplo, el Estado de Israel sí permite el "terrorismo de estado": se han dudo multitud de casod de muertes sumarísimas y selectiva de altos cargos de Hamás, fuera y dentro del estado judío. Es decir, las normas las establece el propio país; algo puede ser legal a un lado de los Pirineos, por ejemplo, e ilegal al otro. Y ambos países cumplirían con la legalidad vigente. ¿Se cuestiona eso Felipe González? Más lejos aún, ¿se cuestiona si, realmente, una muerte está justificada? Entonces, ¿qué nos diferenciaría de los etarras? ¿La txapela?

Imaginemos por un momento que el Gobierno autoriza por ley, cambiando el código penal, el "terrorismo de estado". ¡Dura lex, sed lex, romanos! Una ley puede ser injusta, pero siempre será legal. Entonces, el verdadero cometido de la ciudadanía debería ser preservarse de leyes gubernamentales que puedan parecer injustas, incluso si estas están recogida en la Constitución (artículo 8º, por ejemplo). Pero, ¿debemos otorgar este derecho a la masa, al conjunto de la ciudadanía? Según las encuestas, la gran mayoría de la población está a favor de la pena de muerte, y seguro estoy que también querrían que existiese la "guerra sucia". Por tanto, ¿quién tiene la verdad moral? ¿Quién tiene la bondad moral? ¿Quién debe erigirse como garante de los derechos del individuo, si no lo hace ni el Gobierno, ni la ciudadanía?

Cangrejos somos, y como cangrejos avanzamos...

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